jueves, 6 de marzo de 2008

Combate a la apostasía 2

"ENCUENTROS"

Asambleas de Dios de México

Declaración de los H. H. Presbiterios Ejecutivo y General del Concilio respecto a la celebración de los encuentros. Los encuentros son eventos que tienen algunas características comunes con lo que definimos como retiros espirituales; como tales no son algo nuevo para la vida de nuestra iglesia porque los retiros desde siempre han sido espacios para la búsqueda intensa de Dios.

Pero no todos los encuentros son positivos para las iglesias por las implicaciones doctrinales y organizacionales que acarrean. De hecho, podemos decir con claridad que son única y exclusivamente parte de un programa de crecimiento celular.

En ciertos encuentros se usan metodologías que se apartan de los postulados doctrinales de las Asambleas de Dios; por ejemplo, la erradicación de la naturaleza pecaminosa, la liberación espiritual en creyentes fieles, la confusión de rasgos de conducta pecaminosos como si fueran posesión demoníaca, condiciones adicionales al arrepentimiento de pecados para la salvación (incitan a buscar las causas del pecado retrocediendo incluso hasta la vida en el vientre materno) y el énfasis desmedido en la santificación como un acto instantáneo que se obtiene en el evento y no como un desarrollo progresivo de renuncia a la vieja manera de vivir para adoptar los valores bíblicos.

El proselitismo es frecuente, al reclutar a creyentes de otras iglesias sin permiso del pastor, e involucrarlos después del evento en una relación de dependencia y control incompatibles con el pensamiento de libertad del cristianismo y sujetándolos a una estructura ajena a la iglesia local y a la denominación.

La celebración de ciertos encuentros está al margen de las prácticas bíblicas en su metodología; es usual recurrir a la presión emotiva, la manipulación psicológica, inducción para renunciar a la vida eclesial y adoptar una nueva forma de vida, o la regresión y la hipnosis que no son compatibles con el evangelio.

Está por igual en ellos la pretensión de borrar de la memoria las heridas emocionales del pasado, la liberación de lo que denominan maldiciones generacionales (Ez. 18:1-4) o la admisión de que el creyente fiel puede ser poseído por demonios. El evangelio es público y sus prácticas litúrgicas ocurren a la vista de todos.

El sigilo o la secrecía que se demanda de los asistentes a algunos encuentros contradice el llamado a testificar públicamente la obra de Dios en la vida del creyente (Mr. 5:19). Las herramientas bíblicas para la conversión y el discipulado son variadas. Pretender que un encuentro es el único lugar para la salvación y consolidación es desestimar otras estrategias que la obra del Espíritu Santo ha impulsado a emprender.

El desmedido énfasis en los aspectos financieros y en la doctrina de la prosperidad, y el cobro excesivo que en ocasiones se lleva a cabo puede degenerar en una comercialización de la fe. Restringir la experiencia de la fe a un mero sentimiento o acto único y no a una vida de consagración diaria que debe perpetuarse (Lc. 9:23) es generar expectativas que la Palabra de Dios no ofrece.

El único mediador que perdona pecados es el Señor Jesús mediante su sacrificio en el Calvario; confesar privada o públicamente los pecados es una medida de catarsis, como se practica en algunos encuentros, no ayuda al pecador, y menos cuando no se ha liberado del bagaje doctrinal de la religión popular, por lo tanto no es el camino bíblico para el arrepentimiento y perdón de pecados, pudiendo además ocasionar escándalos en la familia de la fe.

Las posturas extremas de algunos encuentristas y su pretensión de poseer un nivel de vida espiritual superior a quienes no asisten a ellos genera crisis que amenaza con divisiones, mientras que la sana doctrina fortalece el cuerpo de Cristo y la humildad del creyente (Jn. 17:21).

Por lo expuesto anteriormente consideramos:

Que recientemente se ha suscitado polémica en relación a cierto tipo de eventos llamados comúnmente encuentros.

Que algunos dan buenas referencias de su participación en estos eventos, que otros dan explicaciones subjetivas, pero que las prácticas de algunos encuentros rebasan el límite de lo establecido y permitido bíblicamente.

Que existe la necesidad de implementar un programa que ayude a la consolidación de los nuevos convertidos.

Que no se debe perder la práctica de los retiros espirituales a los que durante mucho tiempo los pentecostales hemos adherido.

Que la falta de discernimiento espiritual de algunos congregantes y ministros los puede llevar a confundir una manifestación o experiencia que suele ser temporal con un estilo de vida.

Que es pertinente distinguir entre lo que es doctrinal y las metodologías de crecimiento de la iglesia.

Que el testimonio bíblico y ortodoxo de las Asambleas de Dios es invaluable y con muestras de reconocimiento entre la comunidad desde siempre.


Los H. H. Presbiterios Ejecutivo y General de las Asambleas de Dios en México declaramos:

Esta declaración no tiene la intención de descalificar todos los encuentros, sino aquellos que en la práctica, son nocivos a la obra de Dios.

Que ante el hambre de buscar de Dios en nuestras iglesias impulsemos los retiros espirituales con una motivación adecuada basada en la Palabra de Dios, una búsqueda sincera sin recurrir a recursos o manipulaciones psicológicas, el fomento de prácticas tales como el ayuno, la ministración por ministros o creyentes ungidos, periodos de oración intercesora y la búsqueda del bautismo en el Espíritu Santo con la manifestación física inicial de hablar en otras lenguas y su llenura permanentemente.

Que en nuestros retiros espirituales cuidemos la sana doctrina y el orden bíblico, apeguémonos a la doctrina que la declaración de fe sustenta y rechacemos actividades espirituales que fomenten el protagonismo, el lucro o que defraudan a los cristianos sinceros que buscan a Dios de corazón.

Que llamamos a los pastores para no se dejen llevar por modas litúrgicas ni sean seducidos por programas de crecimiento que garanticen resultados automáticos, ya que estos vienen cuando coinciden la pasión por el evangelio con un trabajo metódico y arduo para hacer realidad la visión que Dios hace subir al corazón de cada uno; no hay atajos ni trabajos exitosos con visiones prestadas.

Que el pastor debe asumir su responsabilidad de velar por el bienestar espiritual de su propia congregación, alimentándola con la sana doctrina y evitando que sus feligreses peregrinen a otros lugares a buscar lo que en su propia iglesia se debe ofrecer. Los retiros espirituales deben realizarse por el propio pastor, procurando que las actividades que realice satisfaga las necesidades de crecimiento integral.

Que las iglesias que están creciendo saludablemente son aquellas que incluyen y dan importancia debida al discipulado, para lo cual es necesario el uso de materiales pedagógicamente diseñados desde nuestra perspectiva doctrinal evangélica y pentecostal; para eso es conveniente el uso de materiales institucionales de nuestra casa editorial, así como otras fuentes afines a la vertiente pentecostal que adherimos.

Finalmente exhortamos a todos los pastores y ministros de las Asambleas de Dios de México para que ministren y supervisen sus propias actividades espirituales locales, cuidando de la grey que Dios ha puesto bajo su responsabilidad. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis... esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros (Fil. 4:8-9). Amén.

Asamblea de Dios de Mexico
http://www.asambleasdediosmexico.org/NEWS/INDEX.ASP


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