viernes, 25 de marzo de 2011

¿Quién tocó mi manto?

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Texto Bíblico: Marcos 5:21-34


Por Zoila Cevallos

Blog Hablando com Dios


Estimados hermanos y amigos lectores. La otra noche vino a mi mente la historia Bíblica de aquella mujer que padecía de flujo de sangre y que con sólo tocar el borde del manto de Jesús fue sanada de toda su dolencia.

Y es que al volver a releer Marcos 5:21-34, pude ver algunas verdades interesantes que fueron de mucha bendición para mi vida y, por lo tanto, deseo compartirlas con todos ustedes.

Como podemos observar desde el versículo 21, Jesús siempre estaba rodeado de multitudes, mucha gente lo seguía y buscaba estar lo más cerca posible de Él. Pero sólo una persona tomó la determinación de tocar su manto, pues, tenía fe que sólo tocando el borde del manto de Jesús sería salva y libre de toda dolencia (Vr. 27-28).

¡Cuántos de nosotros sólo nos acercamos a Jesús para decir que profesamos una fe, que creemos en su existencia, pero no podemos sentir Su poder obrando en nuestras vidas!

Y no podemos sentir Su poder porque no tocamos Su manto con fe. Queremos que Jesús sane nuestras dolencias físicas y existenciales usando grandes recursos, haciendo uso de grandes espectáculos y si no vemos esto, entonces, no sentimos su poder…

Amigos lectores, la mujer de esta historia de la Biblia sabía del poder sanador de Jesucristo, creía firmemente en Él, y en un acto de fe sólo necesitó tocar su manto. Le bastaba con eso. Así, pudo experimentar sanidad y limpieza de su espíritu por el resto de su vida.

El Señor Jesús no quiere que lo sigamos solamente; no quiere que lo apretujemos, Él desea que nos acerquemos con fe y creamos que con sólo tocar Su manto con fe seremos sanados de todo lo que nos aqueja y agobia. Y no piense que al tocar el borde del manto del Señor, él no se volteará a ver quién lo tocó, pues, Jesús se interesa tanto por los que le buscan de corazón que estoy segura, tal y como sucedió en la historia de la Biblia (Vr. 30-32), detendrá su caminar, mirará a la multitud que le sigue y preguntará:

¿Quién tocó mi manto?

Cuando esto suceda, amigo lector, acérquese a Él confiadamente y cuéntele las razones por las que decidió acudir en su ayuda.
Y tal como sucedió a la mujer de esta historia, Jesús le responderá:

“Hija/o, tu fe te ha hecho salva/o;
Ve en paz, y queda sana/o de tu azote”
(Marcos 5:34)

¡Dios lo bendiga!