sábado, 12 de julio de 2008

La Biblia es mi guia


"LA BIBLIA ES MI GUIA
Volver a ser el pueblo del Libro"

Pastor Raúl Scialabba
Iglesia Evangélica Bautista de Once - Argentina - 100 años

Desde los comienzos de nuestra presencia en el país, los bautistas hemos tratado de señalar, cuales han sido y son los principios y las prácticas que nos diferencian de otras iglesias y grupos religiosos.

La presentación de nuestra identidad ha servido para que la sociedad en general, la opinión pública y las autoridades civiles, nos conozcan.

Uno de esos rasgos distintivos, ha sido el ser conocido como el “Pueblo del Libro o el Pueblo de La Biblia”.

Ese reconocimiento nos llevó a poner énfasis en la necesidad de instruir y educar en esos principios a las personas que deseaban integrarse a nuestras congregaciones, basados en los principios bíblicos por los cuales creemos que toda persona debe ser guiada.

Tal es la importancia que le hemos dado al tema que la introducción de la Declaración de Creencias y Prácticas de la ABA, dice precisamente que:

“Las Sagradas Escrituras son la única norma de nuestra fe y práctica.”


Creemos por lo tanto que La Biblia es Su Palabra para nosotros.

Porque es la
manera en que Dios se reveló al hombre.

Dios está más allá de nosotros. No existe manera que el hombre entre en su mente y sus pensamientos.

Para ello Dios tomó la iniciativa, primero a través de la creación del Universo y luego mediante la persona Jesucristo.

Él es la palabra viviente de Dios, en tanto que La Biblia es la palabra escrita que nos lo muestra en toda su dimensión.

Jesús creía que la Palabra daba testimonio y se cumplía en Él, al mismo tiempo que llevaba a cabo su ministerio según las enseñanzas de la misma.


Debemos poner el foco en La Biblia en el tiempo que nos toca vivir.

¿Alguien podría explicar porqué después de dos mil años sigue siendo el best seller indiscutido en todo el mundo?

Quizás para cualquier persona la respuesta no esté sólo en el dato estadístico de los ejemplares vendidos.

La razón de ello y lo más extraordinario y contundente que podemos decir, es que si el lector está dispuesto y acepta leerla con espíritu de búsqueda y mente abierta, comprobará como lo han hecho millones de seres humanos en la historia de la humanidad, que cualquiera sea su condición social o de preparación intelectual, la Biblia es la Palabra de Dios y que Dios le habla personalmente a través de sus páginas.

La Biblia muestra de manera única lo que dice ser. Si pensamos que no es un libro sino una verdadera biblioteca compuesta por 66 libros que fueron escritos por alrededor de 40 autores en un lapso de 1500 años, nos sorprenderá ver su hilo conductor y su unidad conceptual.

La lectura y aceptación del mensaje de La Biblia, ha permitido encontrar esperanza a los que enfrentan la muerte, consuelo ante la pérdida de seres queridos, guía a los que no encuentran el rumbo en la vida, libertad a los que se sienten oprimidos, luz para quienes todo es oscuridad.

Para los que creemos y experimentamos que La Biblia es la Palabra de Dios, encarar su lectura debe ser una tarea diaria, metódica y sistemática. Nunca debemos leerla con una actitud de rutina que implique descuido o desconcentración.

Calvino expresaba, que debemos “acercarnos a ella, con aquella reverencia y humildad sin las cuales nadie puede entender las verdades de Dios.”


Revisemos el lugar de la Biblia en la vida de nuestras congregaciones.

Si la Biblia no está ocupando el primer lugar, o ese lugar es reemplazado o a ratos olvidado, esto debe ser motivo de un análisis y diálogo profundo entre todos, para cambiar y recuperar la centralidad de la misma.

Esa centralidad deber ser también en relación con la alabanza y la predicación, con el normalizar, dirigir y alimentar tanto las labores de evangelización como la del discipulado. .

Volver a esas raíces significa que además de ser iglesias que reconocemos “un Señor, una fe y un bautismo”, también debemos volver a ser: el Pueblo del Libro

El tener La Biblia como nuestra guía nos va a permitir que quienes nos rodean, puedan comprobar si realmente expresamos nuestra fe a través de nuestras conductas y si hay una correlación entre nuestra vida particular y nuestras relaciones sociales.

Podrán constatar si nuestras iglesias, nuestros líderes y nosotros mismos, andamos como es digno del Evangelio, siendo constructores de la paz, luchando por la justicia, haciendo el bien a todos y viviendo rectamente.

El analfabetismo bíblico trae como consecuencia reemplazar su lectura y aplicación por la adopción de modelos humanos “exitosos” de crecimiento basados en un evangelio barato y de oferta que apelan únicamente a lo emocional, en desmedro de las demandas del Evangelio real.
Puede también producir un liderazgo pastoral sin bases en los principios bíblicos, que permita que el Señorío de Cristo se reemplace por un señorío clerical.

Ese creciente analfabetismo bíblico puede hacer que no consideremos la educación bíblica como la base firme de nuestras convicciones y palanca transformadora de más y mejores miembros para nuestras iglesias. Porque como es sabido, a más educación bíblica, menos posibilidades de vientos de doctrinas baratas.

Seguimos creyendo que La Biblia es lo que le da sentido a nuestra unidad y además estamos convencidos que es la regla suprema contra la cual podemos confrontar nuestra fe, nuestras creencias y otras opiniones religiosas.

Un deterioro en la formación bíblica, constituye en el tiempo también una hipoteca para nuestras iglesias, ya que muchos de los nuestros jóvenes y niños, serán los futuros maestros en el mediano y corto plazo.

En nuestros años como cristianos hemos podido comprobar en forma permanente que una de las influencias que más nos ha aportado en nuestra formación, pensamiento y manera de actuar en la vida, ha sido sin lugar a dudas La Biblia.

Su lectura implica un camino de doble vía. En un sentido cuando a través de ella, al leerla escuchamos lo que Dios quiere decirnos y en segundo lugar cuando nosotros le contestamos a Él.

A la vez, queremos
analizar en que medida y con que profundidad ella sigue orientando y guiando la vida de las congregaciones y fortaleciendo su liderazgo.

Cuando un pueblo como el nuestro corre el peligro de perder su memoria histórica, corre serios peligros y tiene urgentemente la necesidad de recuperar esa memoria teniendo como eje la centralidad de la Biblia.

Queremos expresar simultáneamente, preocupación por el creciente "olvido bíblico" en nuestras iglesias, hombres, mujeres, jóvenes y niños.

Tenemos que recordar y compartir entre las nuevas generaciones el papel de la Biblia en la historia de nuestras iglesias y sociedades, muy especialmente recordar el lugar del colportor bíblico, que nunca pensó en comercializar la Biblia como un producto rentable, sino el difundir el Libro de salvación.

Cómo olvidar el aporte de nuestros pioneros portadores de la Biblia en los campos de la educación y la democracia en nuestra sociedad, más precisamente en los albores de la patria.
No podemos dejar de mencionar tampoco, la enorme tarea desarrollada en nuestro país, para llegar a los pueblos indígenas con la traducción de la Biblia en sus idiomas originales y su posterior enseñanza.

El desafío que tenemos por delante.

Por todas estas razones debemos reafirmar entonces, el compromiso con nuestros principios y hacer un fuerte hincapié en tener a La Biblia como nuestra guía.

La propuesta sigue siendo volver a ser el pueblo del Libro; que no es otra que volver a nuestras raíces como bautistas; profundizando el conocimiento, estudio y aplicación de la Biblia, ya que no habrá crecimiento genuino en nuestras congregaciones ni en la vida espiritual de las personas, si la Biblia no es el elemento central.

Comprometernos en la realización de esfuerzos concretos para la capacitación de maestros, producción de materiales educativos, talleres de estudio bíblico a nivel nacional y regional, creación de Institutos y centros de estudio, difusión por medios gráficos, audiovisuales e Internet y entrega de ejemplares de las Sagradas Escrituras.

Sintámonos portadores de una rica historia y de un gran futuro.

Recordemos que somos iglesias y personas que deseamos afirmar nuestra identidad a la luz de la enseñanza bíblica y los principios históricos que siempre nos identificaron, que somos una comunidad que piensa su fe y la articula apoyada en la educación cristiana y teológica para el crecimiento del pueblo de Dios.

Fonte: http://www.ibonce.org.ar/mainf.htm

Autor: Pastor Raúl Scialabba
Iglesia Evangélica Bautista de Once - Argentina


cruzue@gmail.com


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