jueves, 29 de noviembre de 2007

Cresce la tensión en Bolivia

Sucre - Bolívia

Missionário Domingos Ventura Neto
Diretamente de Sucre na Bolívia

Queridos e amados irmãos!

Graças a Deus estou bem, apesar de todos os problemas que temos enfrentado aqui na cidade de Sucre.

O povo em Sucre esta revoltado com o governo de Evo Morales, esta havendo muitos conflitos nas ruas, soltaram da cadeia 150 presos, queimaram carros de policiais e motos, a casa do prefeito foi queimada, a cidade não tem prefeito nem policia, os policiais fugiram para o estado vizinho que se chama Potosí. Já se registrou quatro mortos e mais de 600 feridos - e não 140 como disseram na imprensa brasileira.

Os comerciantes estam parados porque não tem segurança nas ruas, aqui em Sucre as pessoas têm dinheiro, mas não têm onde comprar, pois os comerciantes estão com medo de abrir seus estabelecimentos.


O povo esta pedindo que retornem para Sucre a capitania plena e os quatro poderes, pois La Paz é a sede do governo, porém Sucre é a Capital constitucional. Os constituintes reuniram-se em um quartel isolado sem a presença da oposição, com medo de que por meio de um referendo popular o desejo do povo, que é maioria, prevaleça, contra os planos do governo de Evo Morales, que pertence ao partido “MAS” Movimento ao Socialismo.

Orem porque os mineiros de Yuni e Potosí chegaram à cidade para proteger Sucre dos pontchus rojos, indígenas que estão na cidade oriundos de La paz e Cidade do Alto, onde está a maior concentração de indígenas Aimarás que são a favor do governo de Evo e contra os Quéchuas.

Que o Senhor os abençõe muito, ajude-nos em oração para que esta situação se regularize, pois o povo esta sofrendo muito. Quarta feira dia 28-11-07, vai haver um "paro" cívico em seis departamentos, e três não vão parar -Potosí, Oruro e La Paz .

No amor de Cristo
Missionário Domingos Ventura Neto

Colaboração
Irmão Paulo César da Costa Costa

cruzue@gmail.com


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miércoles, 28 de noviembre de 2007

La reación Boliviana

"Cheo" fue llevado en hombros desde
el centro de la ciudad hasta el Cementerio


Sucre enterró a su tercer mártir,
que allí llegó el sábado pasado,
con una bala en la cabeza y
golpeado de tal manera
que varias partes de su cuerpo
estaban fracturadas

Correio del Sur

Los capitalinos reabrieron ayer las heridas de las jornadas luctuosas del pasado fin de semana al enterrar a "Cheo". Miles de chuquisaqueños acompañaron el velatorio, la misa de cuerpo presente y el traslado de los restos mortales al Cementerio General de José Luis Cardozo Lazcano, un estudiante de sólo 20 años de la Facultad de Construcción Civil de la Universidad San Francisco Xavier, muerto a consecuencia de un disparo en la cabeza que lo dejó agonizante en el hospital Santa Bárbara.

Allí llegó el sábado pasado, con una bala en la cabeza y golpeado de tal forma que varias partes de su cuerpo estaban fracturadas. Los médicos lograron extraer la bala, pero no recuperó y falleció la madrugada del lunes, de un paro cardiorrespiratorio.

Una multitud de chuquisaqueños, a la cabeza de su Comité Interinstitucional, siguió el cortejo fúnebre, tal como un día antes pasara con el entierro de Gonzalo Durán y Juan Carlos Serrudo, las otras dos víctimas de la represión gubernamental que fueron acompañadas por más de 50.000 chuquisaqueños el día lunes.

Durante el recorrido, la gente salía a sus puertas para ver pasar el ataúd de "Cheo", como era conocido José Luis por sus familiares y amigos; aplaudía, lloraba y gritaba consignas en contra del presidente de la República, Evo Morales, y de la presidenta de la Asamblea Constituyente, Silvia Lazarte, acusándolos de ser el asesino de los tres chuquisaqueños caídos, manchándose sus manos con la sangre de los capitalinos.

Antes de la marcha fúnebre que recorrió las calles del centro sucrense al compás de la banda del Colegio Nacional Monteagudo, en el salón de honor del Gobierno Municipal, la alcaldesa Aydeé Nava y el presidente del Concejo Municipal, Fidel Herrera, le rindieron honores a "Cheo" y entregaron a sus familiares una resolución en la cual nombran al joven como uno de los mártires por la capitalidad plena que exige Chuquisaca.

"Tu lucha nos guiará", dijo la Alcaldesa durante su intervención, en la cual aprovechó para aclarar que en su ausencia durante el violento fin de semana, estuvo rezando por todos los sucrenses y que lloró cuando se enteró del saldo trágico de los enfrentamientos.

El titular del organismo deliberante, al igual que la burgomaestre, recordó el valor del joven universitario y pidió a todos los presentes no renunciar a la lucha por la capitalidad, porque eso significaría traicionar la memoria de José Luis.

Herrera además anunció que la Municipalidad construirá un monumento en homenaje a los caídos durante las refriegas de noviembre y agregó que este recordatorio será colocado en el puente de La Calancha, zona donde los enfrentamientos fueron más violentos.

Ya en el Cementerio, miles de personas, muchas de ellas extrañas para la familia, lloraron al ver el ataúd con los restos de "Cheo" después de que fuera recibido por interminables bocinazos de vehículos del transporte chuquisaqueño en señal de duelo.

No hubo discursos, sólo el llanto, los gritos desesperados de sus familiares y el sonido fúnebre de una trompeta que hizo derramar lágrimas a casi todos los presentes.

Así ayer Sucre enterró al tercero de sus mártires en la búsqueda de justicia y de retornar a la tranquilidad luego de días de conflictos constantes.

Correio del Sur
http://www.correodelsur.com/

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sábado, 24 de noviembre de 2007

Los espías de Canaán

Sermón de Charles Haddon Spurgeon

Los 12 espías de Canaán

"Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura."Números -- 13: 32.

"Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena." Números -- 14: 6, 7.

o.o.o
Charles Haddon Spurgeon

La incredulidad de los hijos de Israel los impulsó a enviar espías a la tierra de Canaán. Dios les había dicho que era una buena tierra, y Él había prometido expulsar de allí a todos sus enemigos; por tanto, ellos debieron haber marchado adelante con la confianza de que poseerían la herencia prometida. En vez de esto, ellos envían a doce príncipes para que espíen la tierra, y "oh, cuán terrible la naturaleza humana," diez de éstos fueron infieles, y sólo dos fueron fieles al Señor. Lean otra vez la narración, y observen el efecto nocivo, y la santa valentía de los espías fieles.

Ahora tengo que utilizar una parábola. La tierra de Canaán es una figura de la religión; no creo que se haya pretendido jamás que fuera una figura del cielo, pues no hay cananeos en el cielo; ciertamente en el cielo no hay hijos de Anac, no hay gigantes que tengan que ser expulsados, no hay ciudades amuralladas y no hay reyes que poseen carros de hierro. Sin embargo, Canaán es un cuadro muy excelente de la religión. Los hijos de Israel deben figurar esta mañana como los representantes de la gran masa de la humanidad.

La mayoría de los hombres nunca prueban por sí mismos lo que es la religión; no investigan nuestros libros sagrados, ni saborean ni prueban nuestra religión. Pero esto es lo que hacen: ellos consideran a quienes hacen una profesión de religión como espías que han entrado en la tierra, y ven nuestro carácter y nuestra conducta como el mensaje que traemos cuando regresamos. El hombre impío no lee su Biblia para descubrir si la religión de Cristo es santa y bella; no, sino que él lee la Biblia viviente (la iglesia de Cristo) y si la iglesia es inconsistente, él condena a la Biblia, aunque la Biblia no es responsable por los pecados de aquellos que profesan creer en ella.

Por supuesto que los hombres impíos no hacen una prueba del amor de Cristo por medio del arrepentimiento y la fe; no establecen un pacto con el Señor Jesús, pues de lo contrario pronto descubrirían que es una buena tierra que fluye leche y miel; pero en vez de esto, se quedan quietos diciendo: "esperemos y veamos qué testimonio dan estos cristianos. ¿Encuentran ellos que se trata de algo feliz? ¿Les sirve de socorro en la hora de la prueba? ¿Los consuela en medio de sus aflicciones? Y si encuentran que nuestro reporte es sombrío y profano, dan la vuelta y dicen: "No es una buena tierra; nosotros no entraremos, pues sus dificultades son muy grandes, y sus gozos son muy escasos."

Amados hermanos y amigos, para expresar mi parábola en los términos más sencillos posibles, estoy a punto de convertir a cada hombre cristiano y a cada mujer cristiana aquí presentes en espías que han entrado en la buena tierra de la religión, quienes por su conducta y por su conversación traen reportes de esta buena tierra, buenos o malos, reportes que mueven al mundo a murmurar de la religión y a despreciarla, o que por lo contrario inspiran al mundo con un santo temor de la bondad de esa tierra, y lo hacen anhelar una porción de la misma.

Pero voy a comenzar con una palabra de advertencia. En primer lugar voy a hacer la observación que los hombres del mundo no pueden ser excusados por su insensatez al confiar en los simples reportes de otras personas. Luego, en segundo lugar, voy a tratar de describir a los malos reporteros, los malos espías que están en el campamento; después mencionaremos a algunos buenos espías, que traen un buen reporte de la tierra; y, para concluir, presentaremos unas pocas razones de mucho peso para los hombres cristianos, por qué deben actuar como Caleb y Josué, y traer un buen reporte de la tierra.

I. En primer lugar, entonces, EL MUNDO IMPÍO NO DEBE SER EXCUSADO por eso, aunque debemos admitir que es un asunto muy natural, es decir, que EN VEZ DE INVESTIGAR LA RELIGIÓN POR ELLOS MISMOS, USUALMENTE CONFÍAN EN LA DECLARACIÓN HECHA POR OTROS.

El hombre mundano mira al cristiano para ver si su religión está llena de gozo. "Por esto," dice, "voy a saber si hay algo en la religión que puede hacer feliz al hombre. Si yo veo al que profesa la religión con un rostro feliz, entonces puedo creer que es algo bueno." ¡Pero escucha con atención, amigo! ¿Tienes algún derecho para someter a la religión a esa prueba? ¿No debemos creer que Dios es verdadero, aún antes de que lo hayamos comprobado? Y ¿acaso no ha declarado Él mismo: "Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño?" ¿Acaso la propia Escritura no declara que la piedad para todo aprovecha, no sólo para esta vida presente, sino para la vida venidera; que tiene la bendición de dos mundos, la bendición de este mundo bajo el cielo y de aquel otro mundo que está sobre las estrellas?

Si tomaras la Biblia y la leyeras, ¿acaso no aprenderías de ella que en todas partes se le manda al cristiano que esté gozoso, porque es hermoso para él? "Alegraos en Jehová y gozaos, justos; y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón." "Estad siempre gozosos." "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" Recuerda que no tienes derecho de poner a ninguna prueba que no sea tu propia experiencia, el gozo de la religión, pues estás obligado a creer a Dios en Su palabra desnuda. No puedes quedarte paralizado hasta que veas que es verdad. Es tu obligación creer a tu Hacedor cuando Él declara que los caminos de la religión son agradables y todos sus senderos son de paz.

De la misma manera, tú dices que pondrás a prueba la santidad de la religión de Cristo por la santidad del pueblo de Cristo. Yo respondo que no tienes derecho a sugerir una prueba como esa. La prueba adecuada a la que debes recurrir es probarla por ti mismo: "Gustad y ved que es bueno Jehová." Al gustar y ver, podrás comprobar su bondad, y por el mismo proceso debes comprobar la santidad de Su Evangelio. En lo que debes ocuparte es en buscar a Cristo crucificado por ti mismo, sin aceptar la declaración de otro hombre, relativa al poder de la gracia para someter a la corrupción y para santificar al corazón. Tu obligación es que entres tú mismo en los valles y cortes las uvas; que tú mismo subas por sus colinas y veas a sus habitantes. En la medida que Dios te ha dado una Biblia, Él quiere que la leas, y que no te contentes con leer a los hombres.

Allí está Su Espíritu Santo; tú no debes quedarte satisfecho con los sentimientos que surgen por medio de la conversación con otras personas. Tu único poder para conocer a la verdadera religión es dejar que el Espíritu obre en tu propio corazón, para que tú puedas saber por ti mismo cuál es el poder de la religión. No tienes derecho a juzgar a la religión desde cualquier perspectiva que esté afuera o que sea externa a ella misma. Y si tú la desprecias antes de haberla experimentado por ti mismo, debes ser considerado como un insensato en este mundo, y como un criminal en el mundo venidero. Y sin embargo esto es válido para la mayoría de los hombres. Si escuchas que un hombre injuria a la Biblia usualmente puedes concluir que jamás la ha leído. Y si oyes a un hombre hablar en contra de la religión, puedes estar absolutamente seguro que nunca ha entendido lo que es la religión.

La verdadera religión, una vez que toma posesión del corazón, nunca permite que el hombre contienda con ella. Si alguien conoce algo de Cristo, esa persona llamará a Cristo su mejor amigo. Hemos conocido a muchos que han despreciado los gozos de este mundo, pero nunca hemos conocido a alguien que se apartó de la religión con disgusto o empacho, después de haberla gozado una vez. No, recuerden, queridos lectores, que si ustedes toman su religión de otras personas, y son guiados por el ejemplo de los que profesan desechar la religión, ustedes son, a pesar de eso, culpables de su propia sangre. Pues Dios no los ha dejado para que se guíen por el incierto mapa de los caracteres de los hombres; Él les ha dado Su propia Palabra; una Palabra y un testimonio totalmente verdaderos, que harán bien en escuchar.

Será en vano que digas en el día del juicio "Fulano de Tal era muy inconsistente, por eso yo desprecié la religión." Se descubrirá que tu excusa es vana, pues tú tendrás que confesar que, en todos los demás asuntos, tú no te guiaste por la opinión de otros hombres. En los negocios, en los cuidados de esta vida, tú eres lo suficientemente independiente; en tus opiniones políticas tú no pegaste el alfiler de tu fe en el saco de ningún hombre; y por lo tanto, se dirá de ti al final, que tú tuviste la suficiente independencia mental para establecer tu propio curso, aun en contra del ejemplo de otros, en los negocios, en la política, y en todas las otras cosas semejantes; ciertamente tú tenías suficiente vigor mental, si hubieras querido hacerlo, para mantenerte firme a pesar de las inconsistencias de los que profesaban, y para haber investigado por ti mismo.

Aunque toda la iglesia de Cristo fuera inconsistente, mientras haya una Biblia sobre la tierra, no tendrías ninguna excusa que te pueda defender en el día del juicio; pues Cristo no fue inconsistente, y no se te pide que sigas a los seguidores de Cristo. Se te pide que sigas al propio Cristo. Mientras no puedas encontrar un defecto en Su carácter, un error en Su conducta, no tienes ningún derecho de achacar la inconsistencia de Sus seguidores al propio Cristo, ni tienes ningún derecho de alejarte de Él porque Sus discípulos lo han abandonado y huyen. Ellos tendrán que rendir cuentas al propio Señor; ellos deben llevar su propia carga, y tú debes llevar la tuya también. "Porque cada uno llevará su propia carga," dice la Escritura, "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o malo." Tú no tendrás que rendir cuentas por los pecados de otros, sino sólo por tus propios pecados; y si otro hombre ha traído vituperios sobre Cristo por su pecado, eso no te servirá de excusa si tú no sigues enteramente a Cristo, en medio de una generación perversa.

II. Con lo anterior como advertencia y aviso de precaución, voy a presentar ahora A LOS MALOS ESPIAS. Yo hubiera deseado que los hombres mencionados en el texto, hubieran sido los únicos espías que trajeran un mal reporte: hubiera sido un grandioso acto de misericordia si la peste que los mató hubiera aniquilado a todas las demás personas de ese tipo; pero ¡ay! me temo que esa raza nunca estará extinta, y mientras el mundo sea mundo, habrá personas que profesan la fe pero que traerán un mal reporte de la tierra.

Pero ahora permítanme presentar a los malos espías. Recuerden, estos espías deben ser juzgados, no por lo que dicen, sino por lo que hacen; pues para alguien del mundo, las palabras no son nada; los hechos son los que cuentan. Los reportes que traemos de nuestra religión no son los reportes del púlpito, no son los reportes que pronunciamos con nuestros labios, sino el reporte de nuestra vida diaria, lo que hablamos en nuestras propias casas, y lo que hacemos en los negocios diarios de nuestra vida.

Bueno, primero, presento a un hombre que trae un mal reporte de la tierra, y ustedes se darán cuenta de inmediato que lo hace así, porque posee un espíritu apagado y pesado. Si él predica, utiliza este texto: "Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios." De alguna forma u otra, nunca menciona al pueblo de Dios sin llamarlos los atribulados hijos de Dios. En cuanto al gozo en el Señor, lo mira siempre con sospecha. "Señor, ¡qué tierra tan desventurada es esta!" es la poesía más elevada para él. Él siempre podría cantar eso. Él siempre se encuentra en lo hondo del valle, donde ronda la neblina: nunca se remonta a la cumbre de la montaña, para estar por encima de las tempestades de esta vida. Él era una persona abatida aun antes de hacer una profesión de religión; desde entonces se ha puesto todavía más triste. Véanlo en su propia casa. Pregunten a sus hijos qué piensan de la religión de su padre; ellos dicen que desearían que su padre fuera cualquier otra cosa excepto una persona religiosa. "Nuestro padre no nos permite reír," dicen; "el día domingo cierra todas las cortinas; ese día trata de que nos sintamos miserables y que estemos en tinieblas en la medida de lo posible; él piensa que es su responsabilidad, siendo un estricto observante del domingo, hacer que ese día sea precisamente el día de mayor servidumbre de la semana."

Pregunten a su esposa qué piensa acerca de la religión: ella dice, "no sé mucho acerca de eso, pero me gustaría que mi esposo fuera un poquito más alegre." "Vamos, pero ¿acaso es su religión lo que lo hace sentirse miserable?" "Yo no sé que sea," responde ella, "pero sé que mientras más miserable se siente, generalmente se vuelve más religioso." Escúchenlo mientras ora: cuando está de rodillas presenta una larga lista de sus tribulaciones y de sus problemas; sin embargo nunca dice al final, "más son los que están con nosotros que los que están con ellos." Usualmente mora en el valle de Baca, y llora tanto que el valle se convierte en un pozo. Nunca dice, "Irán de poder en poder; verán a Dios en Sión." No, se trata solamente de la parte negra de la historia. Si quieren ver a este hermano en su perfección, deben verlo cuando está hablando con un joven converso. El joven se encuentra lleno de gozo y alegría, pues ha encontrado al Salvador, y, como un joven pájaro que ha comenzado a volar, se deleita revoloteando por todos lados bajo el sol, y canta muy contento gozando su nueva fe. "¡Ah!" dice el viejo cristiano, "el buey negro no ha machucado todavía los dedos de tus pies; vas a tener más problemas de los que te imaginas."

El viejo señor Temeroso era mi amigo: ¿han oído alguna vez lo que le dijo a Cristiano, cuando lo encontró en el camino? Les voy a decir lo mismo. "¡Los leones! ¡Los leones! ¡Los leones!" grita; nunca dice "los leones están encadenados." ¡Los gigantes! ¡Los gigantes! ¡Los gigantes!" exclama. Nunca dice, "En su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas." Siempre toma el lado lúgubre del asunto, trayendo un mal reporte de la tierra.

Y, saben ustedes que algunas de estas personas se sienten tan orgullosas de hablar mal de la tierra, que llegan a formar un pequeño nudo, y no pueden escuchar a ningún predicador que no tenga una cara larga en extremo y a menos que haya estudiado detenidamente el diccionario para encontrar las palabras más tristes, y a menos que no sea obvio que ayuna, al igual que los fariseos de otros tiempos. Pero yo no dudo en afirmar que estos hombres son espías malvados. Lejos esté de nosotros enmascarar la gran realidad que la religión no implica tribulación y que el cristiano al igual que cualquier otra persona, debe esperar tener problemas en este mundo, pues los problemas son tan naturales para el hombre como las chispas vuelan hacia arriba; pero así como Dios es verdadero así también es falso que la religión hace a los hombres miserables. Tan cierto como que Dios es bueno así de cierto es que Su religión es buena; y así como Dios es bueno para todos, y Sus tiernas misericordias están sobre todas Sus obras, la religión es una atmósfera en la que juegan esas tiernas misericordias, y el océano en que nada Su misericordia.

Oh, vamos, ustedes tristes profesantes, llévense esas nubes de tormenta, y ciñan unos cuantos arcos iris en sus frentes. Vamos, unjan sus cabezas y laven sus rostros, para que no sea evidente a los demás que ustedes ayunan; bajen esas arpas de los sauces; tómenlas, y prueben si sus dedos que no están acostumbrados, pueden darles vida con melodías. Y si no lo hacen, si no pueden hacerlo, permítanme darles mi testimonio.

Yo puedo afirmar, en relación a la religión de Cristo, que si yo tuviera que morir como un perro, y no tuviera ninguna esperanza de inmortalidad, si yo quisiera tener una vida feliz, entonces solicitaría que me dejen servir a mi Dios con todo mi corazón; que se me permita ser un seguidor de Jesús, y andar en Sus pasos; pues nunca se dijo una mayor verdad que lo que dijo Salomón: "Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz."

Es una tierra que fluye leche y miel; hay racimos, inclusive caídos en la tierra que son tan pesados que un solo hombre no puede cargarlos; hay frutas que son tan deliciosas que los labios del ángel no han sido endulzados nunca con un vino más exquisito. Hay gozos tan hermosos reservados para ese lugar que aun los bocadillos más deliciosos y el vino perfumado del Paraíso, escasamente pueden sobrepasar la dulzura de la satisfacción que se puede encontrar en los banquetes de la tierra del Señor.

Sin embargo, es posible que este pobre hombre que acabo de despedir deba ser compadecido. No así nuestra siguiente persona, quien es verdaderamente un bribón. ¡Véanlo! Se presenta con el rostro de la mansedumbre, haciendo una gran profesión de su religión. ¡Cómo canta los himnos! Cuando se pone de pie para orar, con qué calidad espiritual de voz ora. ¡No hay absolutamente nada carnal en su voz! Es un gran líder en medio del pueblo cristiano. Puede predicar sermones muy largos. Puede hacer rápidas disecciones de las doctrinas. No hay algún punto metafísico en toda nuestra teología que él no pueda entender.

"Él puede dividir un cabello,
Y distinguir cada uno de sus cuatro costados"

Según su propia opinión, su entendimiento es infinito; y tiene arrogantes pretensiones de ser piadoso. Cuando lo ven con su buen carácter en la capilla o en cualquier otra parte, todo el mundo dice, "¡Qué hombre tan bueno es él!" Veámosle en su trabajo. Nunca jura, pero sí miente. No roba descaradamente, pero sí engaña. No maldice a nadie en su cara, pero se atreve a hacer cosas peores: habla mal de la gente a sus espaldas. ¡Obsérvenlo! Si encuentra a un borracho en la calle le llama fuertemente la atención y le predica de manera altanera en contra del pecado de intoxicación, pero él mismo casi siempre está tan borracho que con dificultad sube las escaleras de su casa para llegar a su cama; sólo que eso lo hace a escondidas, sin que nadie lo vea, y se le considera un honorable miembro de la sociedad.

¿Ustedes conocen a alguien así? Espero que no; pero yo sí me he encontrado con ellos. Hay una buena reserva de esos individuos que viven todavía; hombres que hacen grandes profesiones de fe, y sus vidas son todo lo contrario de las profesiones que hacen, de la misma manera que el infierno se contrapone al cielo. Entonces, ¿qué opina el mundo de la religión cuando ve a estas personas? De inmediato dicen: "Bien, si esto es la religión, no queremos saber nada ella." El hombre de negocios dice: "Yo no podría hacer lo que Fulano de Tal hace; es cierto que no conozco los cantos de su himnario, pero no podría llevar su contabilidad."

Hemos conocido a muchas personas que dicen: "Yo no podría orar con oraciones tan largas como las hace Fulano de Tal, y no podría tampoco hacer mis facturas de la manera deshonesta que él las hace." Nos hemos encontrado con hombres del mundo que son mucho más honestos como comerciantes y como profesionales que algunas personas que hacen una profesión de religión. Y por otra parte hemos conocido a algunos hombres que han hecho la mayor profesión de fe, y que se entregan a todo tipo de males. El destino de esos hombres será terrible, ya que de tal manera arruina las almas de otros hombres, trayendo un mal reporte de la tierra.

¡Oh! Pero yo les suplico, amados lectores, si alguno de ustedes ha visto a tales profesantes, que los justos como Josué y Caleb salgan al frente hoy; que la iglesia rasgue sus vestiduras ante ustedes, al tiempo que les implora que no crean los reportes engañosos y llenos de calumnias de tales hombres. Pues, ciertamente, la religión es santa; como Cristo es santo, también Su pueblo desea ser santo. Y la gracia de Dios que trae salvación es pura y llena de paz; genera en los hombres cosas que son santas y de buen testimonio, cosas que engrandecen a Dios, y que hacen que la naturaleza humana se presente gloriosa.

Pero casi ni tengo que mencionarles que, en su propio círculo ustedes se han encontrado con hipócritas, pero también con hombres de quienes no pueden tener ninguna duda. Sí, algunas veces ustedes han visto, en medio de las malas compañías, a un hombre que parecía un ángel; ustedes han sentido lo que Satanás sintió cuando Abdiel, el fiel entre los infieles, salió al frente, y no quiso rebelarse contra su Dios.

"El diablo estaba avergonzado,
y sintió cuán terrible era la bondad."

Por lo tanto, yo les suplico que no crean en el perverso reporte del hipócrita ni del hombre malvado.

Además hay una tercera clase de personas que profesan la religión pero que traen un reporte negativo acerca de la tierra. Y yo me temo que esto nos afectará a todos; en alguna medida todos debemos reconocernos culpables de esto. El hombre cristiano, aunque se esfuerce consistentemente en caminar de conformidad con la ley de Cristo, todavía encuentra otra ley en sus miembros que está en guerra contra la ley de su mente, y en consecuencia hay momentos en los que su testimonio no es consistente. Algunas veces este testimonio es: "El Evangelio es santo" pues él mismo es santo. Pero, ¡ay!, aun en los mejores hombres, hay momentos en los que nuestro testimonio contradice a nuestra fe.

Cuando vean a un cristiano que está enojado (y tal cosa puede verse), y cuando se encuentren con un cristiano que es orgulloso, (y tal cosa ciertamente ha sucedido), y cuando sorprendan a un cristiano cometiendo una falta, como puede ocurrir a veces, entonces su testimonio no es consistente. El está contradiciendo por medio de sus actos, en ese momento, lo que en otras ocasiones ha declarado.

Y en esto, lo repito, me temo que todos nosotros debemos confesarnos culpables. Algunas veces, por medio de nuestras acciones, hemos introducido palabras que parecen estar en conflicto con el testimonio general de nuestras vidas. ¡Oh! Hermanos y hermanas, no crean todo lo que ven en nosotros; y si algunas veces ven a un cristiano que es infiel en una expresión errónea o ligera, no lo achaquen a nuestra religión, sino que hay que inculpar a nuestra pobre humanidad caída. Si a veces ustedes nos sorprenden cuando somos dominados por una falla, y confío que sea muy raramente que ustedes nos vean así, critíquennos a nosotros, pero no hablen mal de nuestro Señor: digan lo que quieran en lo relativo a nosotros, pero les suplicamos que no se lo imputen a nuestra religión, pues los santos todavía son pecadores, y los hombres más santos todavía tienen que decir: "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores."

Pero les suplicamos que, cuando la locura del pecado nos engañe, no crean en los gruñidos de nuestra locura, sino miren el testimonio general de nuestras vidas, y, eso esperamos, encontrarán que es consistente con el Evangelio de Cristo. Yo podría soportar ser vilipendiado, pero no me gustaría que mi Señor fuera vilipendiado. Yo preferiría que se creyera que no soy cristiano del todo, que permitir que alguien diga que cualquiera de las fallas que tengo fueron causadas por mi religión. No, Cristo es santo; el Evangelio es puro y sin mancha. Si en algún momento damos la impresión de contradecir ese testimonio, no nos crean, se los suplico, sino que analicen el asunto ustedes mismos, pues ciertamente es una buena tierra, una tierra que fluye leche y miel.

III. Así hemos considerado a los espías perversos que traen un mal reporte; y ahora, gracias a Dios, veremos también a algunos buenos espías. Pero dejaremos que hablen ellos. Vengan ustedes, Josué y Caleb, necesitamos su testimonio: aunque ustedes ya están muertos y han partido, han dejado atrás algunos hijos; y ellos, todavía dolidos como lo estuvieron ustedes por el malvado reporte, rompen sus vestidos, pero sostienen con firmeza que la tierra que han recorrido es en extremo una buena tierra.

Uno de los mejores espías que he conocido jamás es un cristiano entrado en años. Recuerdo haberlo escuchado exponiendo lo que él pensaba de la religión. Se trataba de un viejo ciego, que por veinte años no había visto la luz del sol. Sus cabellos grises estaban suspendidos sobre su frente y flotaban sobre sus hombros. Se puso de pie en la cena del Señor y se dirigió a nosotros de esta manera: "Hermanos y hermanas, muy pronto me iré de aquí; dentro de unos pocos meses estaré recogido en mi cama y seré reunido con mis padres. No tengo la lengua de una persona educada, ni la mente de una persona elocuente, pero antes de irme deseo dar un testimonio público a favor de mi Dios. Le he servido durante cincuenta y seis anos y Él nunca me ha sido infiel. Puedo decir: 'Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios ha dicho.'" Y allí estaba ese viejo, balanceándose hacia su tumba, privado naturalmente de la luz del sol, y sin embargo poseyendo la luz del cielo que brillaba en su alma en un mejor sentido; y aunque no podía vernos, sin embargo se volteó hacia nosotros y pareció decir, "Jovencitos, confíen en Dios desde temprano en sus vidas, pues yo nunca he lamentado que lo busqué desde muy temprano. Sólo tengo que lamentar que tantos años de mi vida se fueron a la basura." No hay nada que fortalezca tanto la fe del joven creyente que el escuchar al veterano cristiano, cubierto con las heridas de la batalla, dando testimonio que el servicio de su Señor es un servicio feliz, y que si él hubiera podido servir a cualquier otro señor, no lo hubiera hecho, pues Su servicio fue agradable y Su salario el gozo eterno.

Tomen el testimonio del que sufre. "He allí esa frágil forma de delicada belleza transparente, cuyos ojos azules y su mejilla encendida están junto a la pira funeraria del declive, toda decaída yace, como un lirio cargado de rocío, sus cabellos dorados, temerariamente abundantes, húmedos con una humedad malsana." La he visto cuando sus ojos estaban hundidos, cuando difícilmente podía ser levantada de la cama, cuando el cuerpo estaba cansado de la vida; y la he visto también muy complacida, cuando sacó su Biblia de debajo de la almohada para leer: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores." Yo me he sentado y le he hablado, y le he dicho: "Bien, has estado en este triste lugar todos estos meses. ¿Encuentras ahora que la religión te alegra?" "Oh, señor," ha dicho ella, "¿qué haría yo sin ella? No puedo abandonar esta cama; pero ha sido para mí un lecho de gozo, donde Cristo ha preparado un banquete. Él ha hecho mi cama durante toda mi enfermedad; Él ha puesto Su mano izquierda bajo mi cabeza, y Su diestra me ha abrazado; El me ha dado gozo en mis tristezas, y me ha preparado para enfrentarme a la muerte con un rostro calmo y resuelto." Un caso así da un buen testimonio del Señor. Al igual que el reporte del santo de cabello cano, es un excelente reporte de esta buena tierra.

Pero no necesitamos mirar a las camas de los enfermos ni a las cabezas grises como si fueran los únicos testigos. Conocemos a un comerciante cristiano; él esta inmerso en los cuidados de esta vida, y sin embargo siempre encuentra tiempo para prepararse para el mundo venidero. Él está tan activo en los negocios como cualquier otro hombre de la ciudad, y sin embargo nunca se descuida la oración en familia. Y tal vez podrán encontrarlo en el cargo de un magistrado civil (como en efecto ha sido el caso) y sin embargo aun en los días en que hay banquete, él se levanta de su silla, para que la adoración familiar pueda ser observada en su casa. Es sabido en el mundo de los negocios que él está siempre dispuesto a ayudar a los pequeños empresarios. Le gustan las inversiones seguras, como a la mayoría de las personas; pero a veces está dispuesto a correr riesgos para ayudar a un hombre que se viene levantando en su negocio. Cuando tratas con él, te das cuenta que es un hombre de negocios muy capaz, que no se le puede engañar; pero al mismo tiempo verás que es un hombre que no se va a aprovechar de ti. Puedes confiar en él. Cualquiera que sea la transacción, no tienes que revisar la factura, si él ha estado involucrado en esa transacción. No se va a encontrar ningún error allí; o si acaso hay algún error, será palpablemente un error y aceptado de inmediato con la mayor pena posible, pues él es correcto en sus tratos.

Alguna vez ha surgido una infeliz crisis en su caso, y cuando los negocios estaban sufriendo, y los casos de bancarrota han sido tan abundantes como las hojas de los árboles, él no estaba ni turbado ni abatido como los demás, pues su confianza descansaba en su Dios, y su seguridad estaba en el Dios de Jacob. Él tenía alguna ansiedad, pero tenía mucha más fe; y cuando la prosperidad regresó, él dedicó parte de sus riquezas al Señor, no de una manera ruidosa, para evitar que apareciera en algún reporte que Fulano de Tal dio cien mil pesos anuales a una sociedad, sino que él daba quinientos mil pesos sin que nadie lo supiera.

Los hombres comentaban acerca de él en el mundo de la banca y en los mercados financieros, diciendo: "Si hay un cristiano, es ese hombre." Cuando lo veían, decían: "Debe haber algo en la religión. Lo hemos observado; nunca hemos encontrado nada indebido en él. Siempre le hemos visto el mismo carácter correcto, temeroso de Dios, pero sin temer a ningún hombre." Un hombre así trae un buen reporte de la tierra.

Yo puedo predicar aquí domingo tras domingo, y cada día de la semana en algún otro lugar, pero no puedo predicar de una manera tan poderosa como ustedes pueden hacerlo, al predicar al mundo a través de sus acciones. Ah! Ni puedo predicar tan bien como quienes son servidores, quienes por sus santas acciones en medio de la tribulación y de las dificultades tienen una oportunidad de mostrar lo que la gracia puede obrar en el corazón. Esos son buenos espías que traen un buen reporte de la tierra.

Y, hermanas mías, permítanme decirles una palabra. Es posible que ustedes también traigan un buen reporte; no olvidando sus casas para asistir a reuniones de grupos de caridad. Está bien que se asista a esas reuniones. Se debe dar gracias a Dios por esos grupos, pues se cuentan entre las mejores instituciones de nuestros tiempos. Pero he conocido a ciertas mujeres que hubieran ocupado mucho mejor su tiempo barriendo la sala de su casa y supervisando a sus sirvientas en la limpieza de la vajilla, que saliendo a visitar a los enfermos de casa en casa; pues su casa se ha convertido en un caos, y sus familias han entrado en el desorden, porque la esposa, como una mujer insensata, estaba permitiendo que todo se derrumbara en su casa, mientras estaba intentando hacer el bien fuera de ella.

Hemos conocido a muchas verdaderas hermanas de la caridad, que ciertamente son benditas entre las mujeres, y Dios las bendecirá en abundancia. Hemos conocido a otras que muy raramente salen a visitar a los enfermos, pero están en casa poniendo en orden su hogar. Hemos conocido a un esposo impío que es convertido por una esposa piadosa. Recuerdo haber escuchado el caso de un hombre que tenía una esposa de tan excelente disposición que, a pesar de que él era un alegre hombre del mundo, solía presumir en la compañía de sus alegres amigos que él tenía la mejor esposa del mundo. "No puedes lograr que pierda su compostura. Yo regreso a casa tarde en la noche, en cualquier estado, pero ella siempre me recibe mansamente, y me da vergüenza de mi mismo cada vez que la veo, pues su santidad me reprende. Pueden ponerla a prueba de cualquier manera, siempre encontrarán que es la mejor de las mujeres." "Bien," dijeron ellos, "vamos todos a cenar a tu casa esta noche." Así lo hicieron. Muy pronto estaban en la casa. Ella no hizo ninguna sugerencia de que no había nada en la casa, aunque había muy poco; sino que ella y su sirvienta se pusieron a cocinar con muchas ganas, a pesar que ya eran pasadas las doce de la noche, y muy pronto tenían preparada la cena, y atendió a los invitados con toda la gracia de una duquesa, dando muestras de que estaba tan contenta de verlos como si hubieran sido sus amigos que llegaron en el momento más oportuno. Los amigos comentaron por qué fue que habían venido, y le preguntaron cómo era que ella podía soportarlo todo tan pacientemente. Ella dijo: "Dios me ha dado un esposo; yo no era una convertida antes de mi matrimonio; pero desde que fui convertida, mi principal esfuerzo ha sido llevar a mi marido al conocimiento de Jesús; y estoy segura," dijo, "que nunca será llevado a ese punto excepto por medio de la bondad."

Su esposo, por estas palabras, después que el grupo se hubo marchado, confesó cuán erróneamente había actuado con ella; su corazón fue tocado; el siguiente domingo fue a la iglesia con ella, y se convirtieron en una feliz pareja, gozándose en el Señor Jesucristo con todo su corazón. Ella fue una buena espía, y trajo un buen reporte de la tierra. No tengo la menor duda que hay muchas mujeres cuyos nombres nunca serán escuchados en la tierra, pero que recibirán una alabanza de su Señor al final, "Esta ha hecho lo que podía;" y cuando han hecho lo que pueden por Cristo, por medio de una mansedumbre santa, paciente, tranquila, ustedes son buenos espías; ustedes han traído un buen reporte de la tierra.

Y ustedes sirvientes, ustedes pueden hacer lo mismo. Una sirvienta religiosa debe ser la mejor sirvienta en cualquier parte que esté. Un lustrador de zapatos religioso debe limpiar los zapatos mejor que nadie. Si hay un hombre religioso que se dedica a afilar cuchillos, debe cuidarse de nunca arruinar su filo. Ustedes saben que la piedad de los negros en los Estados Unidos es tal que, un negro religioso vale mucho más que cualquier otro y siempre se vende a buen precio; así que a los amos les gustan los esclavos religiosos porque son los hombres que no se rebelan, sino que se someten mansa y pacientemente, y son los hombres que, siendo esclavos, y a pesar de que odian su condición, consideran a Uno que es su amo que está mucho más alto que los demás, y "no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero," se esfuerzan por servir a Dios.

IV. Y ahora quiero enfatizar con toda la fuerza de que soy capaz, para cada uno de los cristianos que profesan la fe, LA GRAN NECESIDAD DE DAR UN TESTIMONIO UNIFORMEMENTE BUENO CONCERNIENTE A LA RELIGIÓN. Hermanos, me siento persuadido de que si Cristo estuviera hoy aquí, habemos algunos aquí que lo amamos tanto que ofreceríamos nuestra mejilla a los golpeadores, antes que permitir que el sea abofeteado. Uno de los oficiales de Napoleón lo amaba tanto que cuando la bala de un cañón iba a matar al emperador, él se interpuso para morir como un sacrificio por su señor.

Oh cristiano, yo pienso que tu harías lo mismo. Si Cristo estuviera aquí tú te interpondrías entre Él y el insulto, si, entre Él y la muerte. Entonces, yo creo que tú no expondrías a Cristo irresponsablemente; pero recuerda, cualquier palabra imprudente que tú uses, cada acción inconsistente que hagas, pone una mancha en Cristo. El mundo, tú lo sabes, no ve ninguna falta en ti; sólo culpa a tu Señor. Si tú cometes un desliz mañana, ellos no dirán: "Esa es la naturaleza humana de Pedro Pérez;" dirán más bien, "esa es la religión de Pedro Pérez." Ellos saben que no es así, pero lo dirán de esa manera; ellos se asegurarán de poner toda la maldad a la puerta de Cristo. Ahora, si tú puedes sobrellevar la crítica, puedes llevarla de manera viril; pero no permitas que Cristo sea criticado; no permitas que Su escudo de armas sea deshonrado; no permitas que Su bandera sea pisoteada en el polvo.

Luego hay otra consideración. Deben recordar que si hacen lo malo, el mundo se las ingeniará para enterarse. El mundo carga dos mochilas: en la mochila que va en la espalda ellos ponen todas las virtudes del cristiano. En la mochila que llevan al frente ponen todos nuestros errores y pecados. Nunca se les ocurre ver las virtudes de los santos; todo el valor de los mártires, y toda la fidelidad de los confesores, y toda la santidad de los santos no es nada para ellos; pero nuestras iniquidades siempre están ante su vista.

Por favor recuerden que dondequiera que estén, como cristianos, los ojos del mundo estarán sobre ustedes; los ojos de Argos de una generación perversa los siguen a todas partes. Si la iglesia es ciega, el mundo no lo es. Hay un dicho que es muy conocido: "Tan profundamente dormido como una iglesia," y es muy verdadero, pues la mayoría de las iglesias duerme profundamente; pero sería una gran falsedad que alguien dijera: "tan profundamente dormido como el mundo," pues el mundo nunca duerme. A la iglesia le toca dormir. Y recuerden, también, que el mundo usa siempre lentes de aumento para mirar a las faltas del cristiano.

Si un hombre que no hace ninguna profesión de fe, tropieza, ¡oh! no es nada, ni te das cuenta de ello; pero si un ministro lo hace, si un profesante de la fe lo hace, de inmediato sale a relucir el lente de aumento. No es nada en cualquier otra persona, pero es un gran pecado en nosotros. Hay dos códigos de moralidad en el mundo, y está muy bien que así sea. Si profesamos ser hijos de Dios, y tener la gracia de Dios en nuestros corazones, no es incorrecto que el mundo espere más de nosotros que de los demás, de la misma manera que el jardinero espera que sus plantas crezcan mas rápidamente en un invernadero bien equipado, que a la intemperie y expuestas a las heladas. Si nosotros tenemos más privilegios, y más cultura, y hacemos una profesión mayor de fe, debemos vivir de conformidad a eso, y el mundo está en lo correcto al esperar que lo hagamos así.

Debo ofrecerles una reflexión más antes de terminar. Recuerden que, si ustedes no dan un buen testimonio a favor de su religión, un mal testimonio va a borrar una buena parte del buen testimonio. Puede ser que todos los santos de una iglesia sean fieles a Cristo, excepto uno, y el mundo no dará honor a esa iglesia por esa razón; pero dejen que uno solo de los que profesan la fe se desvíe y peque, y ustedes oirán acerca de eso durante mucho tiempo.

Lo mismo ocurre en la naturaleza. Consideren los días en el año. El sol se levanta y brilla sobre nosotros, y ni lo notamos; todas las cosas continúan como siempre lo han sido: las estrellas sonríen dulcemente por la noche, y el día y la noche se suceden quietamente: pero viene un día, un día de rayos y truenos, un día de terremoto y de tormenta, y ese día es colocado en los registros de nuestra historia, que tal y tal día notable, ocurrió esto a tal y tal hora. ¿Por qué no registrar también el día bueno? Pero así es. El mundo notará sólo lo malo.

Ustedes pueden recorrer un país, y pueden observar cien ríos hermosos, como arroyos de plata con esmeraldas entrelazadas, fluyendo en medio de los pastizales. ¿Quién oye el ruido de sus aguas, que fluyen suavemente hacia el mar? Pero por allí está una roca gigantesca y el agua se precipita con violencia desde esa altura; puedes escuchar el ruido a un kilómetro de distancia. Nunca oímos nada acerca del río San Lorenzo, en toda su longitud y anchura; solamente oímos acerca de las Cataratas del Niágara. Y así el cristiano puede fluir en un cauce consistente de vida, sin ser visto, sin que se sepa de él; pero si tiene una caída, con seguridad sabrán de él. Por tanto, estén preparados; su Señor viene. Estén atentos: el enemigo está a la mano en todo momento. ¡Oh, que el Espíritu Santo los santifique plenamente, para que abundéis para toda buena obra, para la gloria de Dios!

Y en cuanto a ustedes que no temen a Dios, recuerden, si los cristianos pecan, eso no servirá de excusa para ustedes. Supongan que un hombre con el que tienen tratos les dice: "Yo te engañé, pero yo nunca te dije que yo era honesto." Ustedes le dirían que es un confirmado tramposo. O si un hombre fuera llevado ante un magistrado, y dijera: "No tiene que mandarme a prisión, yo nunca afirmé que no era un ladrón; nunca dije que no me iba a meter en las habitaciones de la gente y que no iba a robar su comida." El magistrado diría: "Tú hablas con honestidad, pero por tu propia confesión tú eres un gran tramposo, y yo te voy a condenar a cadena perpetua, sin la opción de salir nunca."

No te servirá de nada en el día final, afirmar que nunca hiciste una profesión de querer ir al cielo o de escapar del infierno, o de dejar el pecado y de confiar en Cristo. Si nunca hiciste la profesión de servir a Dios, puedes estar seguro que Él no tendrá que ver contigo. No has hecho ninguna profesión, por lo tanto no se requiere de ningún juicio para ti. ¡Apártate! No hiciste ninguna profesión de amarme, y ahora no tendrás ninguna posesión de mi gloria. Apartate de mí, maldito, al fuego eterno. Que el Señor nos libre de eso, por Jesucristo nuestro Señor.

Sermón predicado la mañana del Domingo 6 de Junio, 1858
En Music Hall, Royal Surrey Gardens, Londres
por Charles Haddon Spurgeon


cruzue@gmail.com
http://miraricristiano.blogspot.com


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jueves, 22 de noviembre de 2007

El poder secreto de la oración

Sermon de Charles Haddon Spurgeon


"Si permanecéis en mí,
y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid todo lo que queréis,
y os será hecho."
Juan 15:7
Charles Haddon Spurgeon

Los dones de la gracia no son gozados por los creyentes, todos de una vez. Al venir a Cristo, somos salvados mediante una verdadera unión con Él; pero es por permanecer en esa unión que recibimos mayor pureza, gozo, poder, y bendición, los cuales están depositados en Él para Su pueblo.

Miren cómo nuestro Señor expresa esto cuando habla a los creyentes judíos en el capítulo octavo de este Evangelio, en los versículos treinta y uno y treinta y dos: "Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."

Nosotros no conocemos la verdad de una vez: la aprendemos permaneciendo en Jesús. La perseverancia en la gracia es un proceso educacional por medio del cual aprendemos enteramente la verdad. El poder emancipador de esa verdad es también percibido y gozado gradualmente. "La verdad os hará libres." Las cadenas se rompen unas tras otras, y somos verdaderamente libres.

Ustedes jóvenes principiantes en la vida divina pueden animarse al saber que hay algo todavía mejor para ustedes: ustedes no han recibido aún la plena recompensa de su fe. El himno lo expresa así: "Lo que viene es mejor que lo anterior." Tendrán perspectivas más felices de las cosas celestiales conforme suban la colina de la experiencia espiritual. En la medida en que permanezcan en Cristo tendrán una confianza más firme, un gozo más rico, una mayor estabilidad, más comunión con Jesús, y un deleite mayor en el Señor su Dios. La infancia está asediada por muchos males de los que la edad adulta está exenta: sucede lo mismo en el mundo espiritual que en el mundo natural.

Existen estos grados de logro entre los creyentes, y el Salvador aquí nos alienta a alcanzar una elevada posición mediante la mención de un cierto privilegio que no es para todos los que dicen que están en Cristo, sino únicamente para aquellos que residen en Él. Cada creyente debe ser un residente, pero muchas personas difícilmente han ganado ese nombre todavía. Jesús dice, "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho." Deben vivir con Cristo para conocerlo, y entre más vivan con Él, más lo admirarán y lo adorarán; sí, y más recibirán de Él, gracia por gracia.

Ciertamente Él es un Cristo bendito para alguien que tiene un mes de edad en la gracia; ¡pero estos bebés difícilmente pueden discernir cuán precioso es Jesús para aquellos cuyo conocimiento de Él se extiende por unos cincuenta años! Jesús, en la estima de los creyentes que permanecen en Él, se vuelve más dulce y más amado, más hermoso y más atractivo día a día. No que Él mejore en Sí mismo, pues Él es perfecto; pero en la medida en que crecemos en nuestro conocimiento de Él, apreciamos de manera más profunda Sus excelencias incomparables. De qué manera tan ardiente exclaman Sus viejas amistades: "¡Todo él codiciable"! ¡Oh, que podamos crecer a semejanza de Él, que es nuestra cabeza, en todas las cosas, para que así podamos valorarlo más y más!

Les pido su sincera atención a nuestro texto, rogándoles que consideren conmigo tres preguntas. Primero, ¿cuál es esta bendición especial? "Pedid todo lo que queréis, y os será hecho." En segundo lugar, ¿cómo se obtiene esta bendición especial? "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros." Luego en tercer lugar, ¿por qué se obtiene de esta manera? Debe haber una razón para que estas condiciones se establezcan como necesarias para poder obtener el poder prometido en la oración. ¡Oh, que la unción del Espíritu Santo que habita en nosotros convierta este tema en algo beneficioso para nosotros!

I. ¿CUÁL ES ESTA BENDICIÓN ESPECIAL? Leamos nuevamente el versículo. Jesús dice: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho."

Observen que Nuestro Señor nos había estado advirtiendo que, aparte de Él, no podemos hacer nada, y, por lo tanto, podríamos haber esperado naturalmente que nos enseñaría cómo podemos hacer todos nuestros actos espirituales. Pero el texto no dice lo que nosotros hubiéramos esperado que dijera. Jesús no dice: "Sin mí, ustedes no pueden hacer nada, pero si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, podrán hacer todas las cosas espirituales y las cosas llenas de gracia."

Él no habla aquí de lo que ellos estarán capacitados para llevar a cabo, sino más bien de lo que será realizado en ellos: "y os será hecho." Él no dice: "Les será dada la suficiente fortaleza para todas aquellas acciones santas que ustedes son incapaces de realizar sin Mí." Eso hubiera sido verdaderamente cierto, y es la verdad que buscábamos aquí; pero nuestro sapientísimo Señor sobrepasa todos los paralelismos del lenguaje, y sobrepasa todas las esperanzas del corazón, y dice algo todavía mejor. Él no dice: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, harán cosas espirituales"; sino que dice, "pedid." Mediante la oración ustedes serán capacitados para hacer; pero antes de cualquier intento de hacer, "pedid." El privilegio especial aquí otorgado es una poderosa vida de oración que puede prevalecer. El poder de la oración es en mucho el indicador de nuestra condición espiritual; y cuando recibimos ese poder en un alto grado, somos favorecidos en relación a todo lo demás.

Entonces, uno de los primeros resultados de nuestra permanente unión con Cristo será la práctica constante de la oración: "Pedid." Si otros no buscan, ni llaman, ni piden, ustedes al menos sí deben hacerlo. Los que permanecen alejados de Jesús no oran. Aquellos en quienes la comunión con Cristo está suspendida, sienten como si no pudieran orar; pero Jesús dice: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid." La oración brota espontánea en aquellos que permanecen en Jesús, de la misma manera que ciertos árboles orientales, sin presión alguna, derraman sus fragantes gomas.

La oración es la emanación natural de un alma en comunión con Jesús. De la misma manera que la hoja y el fruto brotan de la rama de la vid, sin ningún esfuerzo consciente de parte de la rama, sino simplemente a consecuencia de su unión viva con el tronco, de igual manera brotan de las almas que permanecen en Jesús, los capullos de la oración y las flores y los frutos.

Así como brillan las estrellas, así oran los que permanecen en Jesús. Es su hábito y su segunda naturaleza. Ellos no se dicen a sí mismos, "ahora es el momento de que nos pongamos a trabajar y oremos." No, ellos oran de la misma manera que los sabios comen, es decir, cuando les viene el deseo de orar. Ellos no claman como si estuvieran bajo servidumbre, "en este momento debo orar, pero no me siento con ánimos de hacerlo. ¡Qué aburrido que es orar!" Más bien ellos tienen una agradable misión en el propiciatorio, y están felices porque se dirigen hacia allá.

Los corazones que permanecen en Cristo exhalan súplicas de la misma manera que el fuego despide llamas y chispas. Las almas que permanecen en Jesús inician el día con oraciones; la oración los rodea como una atmósfera durante todo el día; en la noche se duermen orando. He conocido a algunos que sueñan una oración, y, que, de cualquier forma, son capaces de decir gozosamente, "Despierto, y aún estoy contigo." La petición habitual brota del permanecer en Cristo. No necesitarán que los inciten a la oración cuando permanecen en Jesús: Él dice: "Pedid"; y pueden estar seguros que lo harán.

También sentirán de manera muy poderosa la necesidad de orar. La gran necesidad de orar que tienen ustedes se percibirá de manera vívida. ¿Acaso escucho que ustedes dicen: "¡Cómo! Cuando permanecemos en Cristo, y Sus palabras permanecen en nosotros, no hemos llegado todavía? Más bien, estamos lejos de estar satisfechos con nosotros mismos; es entonces cuando sentimos más que nunca que debemos pedir mayor gracia. El que mejor conoce a Cristo, conoce mejor sus propias necesidades. El que tiene mayor conciencia de la vida en Cristo, está también más convencido de su propia muerte aparte de Cristo.

El que discierne de manera más clara el carácter perfecto de Jesús, pedirá con más urgencia mayor gracia para crecer en semejanza con Él. Entre más me preocupo por estar en mi Señor, más deseo obtener de Él, pues yo sé que todo lo que está en Él está puesto allí a propósito para que yo pueda recibirlo. "Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia." Es en la medida que estamos vinculados a la plenitud de Cristo que sentimos la necesidad de extraer más de esa plenitud, mediante la oración constante.

Nadie necesita demostrar la doctrina de la oración a quien permanece en Cristo, pues nosotros nos gozamos en ella misma. La oración es ahora una necesidad para nuestra vida espiritual, de la misma manera que el respirar lo es para nuestra vida natural: no podemos vivir sin pedirle favores al Señor. "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid": y no podrán cesar de pedir. Él ha dicho, "Buscad mi rostro," y el corazón de ustedes responderá, "Tu rostro buscaré, oh Jehová."

Observen a continuación, que el fruto de nuestra permanencia no es solamente la práctica de la oración y un sentido de la necesidad de la oración, sino que incluye libertad en la oración: "Pedid todo lo que queréis." ¿No han estado de rodillas algunas veces, sin ningún poder para orar? ¿No han sentido que no podían suplicar como lo hubieran deseado? Querían orar, pero las aguas estaban congeladas, y no fluían. Ustedes dijeron con mucha tristeza: "estoy encerrado y no puedo salir." La voluntad estaba presente, pero no la libertad de presentar esa voluntad en oración.

Entonces, ¿deseas tú libertad en la oración, de tal forma que puedas hablar con Dios como un hombre habla con su amigo? Éste es el camino para llegar a eso: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis." No quiero decir que ustedes ganarán la libertad representada en la simple fluidez de expresión, pues ese es un don muy inferior. La fluidez es un don cuestionable, especialmente si no viene acompañada de peso de pensamiento y profundidad de sentimiento.

Algunos hermanos oran por metro; pero la verdadera oración es medida por peso, y no por longitud. Un simple gemido ante Dios puede contener mayor plenitud de oración que un fino discurso de gran longitud. Quien habita con Dios en Cristo Jesús, ese es el hombre cuyos pasos son ampliados en intercesión. Viene lleno de valor porque él permanece en el trono. Ve el cetro de oro extendido, y escucha al Rey cuando dice: "pedid todo lo que queréis, y os será hecho."

El hombre que permanece en unión consciente con su Señor tiene libertad de acceso en la oración. Muy bien puede venir a Cristo en cualquier momento, pues él está en Cristo y permanece en Él. No intenten asir esta santa libertad por excitación o por presunción: no hay sino un camino para ganarla realmente, y es este: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis." Por este medio únicamente estarán en capacidad de abrir la boca con amplitud para que pueda ser llenada por Dios. Así se convertirán en Israel, y como príncipes tendrán poder con Dios.

Y esto no es todo: el hombre favorecido tiene el privilegio de una oración exitosa. "Pedid todo lo que queréis, y os será hecho." Ustedes no pueden hacerlo, pero les será hecho. Anhelan dar fruto: pedid, y os será hecho. Miren a la rama de la vid. Simplemente permanece en la vid, y al permanecer en la vid brota el fruto; le es hecho.

Hermano en Cristo, el sentido de tu ser, su único objetivo y designio, es dar fruto para la gloria del Padre: para alcanzar este fin debes permanecer en Cristo, de la misma manera que la rama permanece en la vid. Este es el método mediante el cual tu oración, para ser fructífera será exitosa, "y os será hecho." Concerniente a este punto, "pedid todo lo que queréis, y os será hecho." Ustedes podrán prevalecer maravillosamente ante Dios en oración, de manera que antes que ustedes llamen Él responderá, y mientras ustedes todavía estén hablando Él escuchará.

"A los justos les será dado lo que desean." Otro texto expresa lo mismo: "Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón." Hay un gran aliento en este texto, "Pedid todo lo que queréis, y os será hecho." El Señor da al que permanece en Él carta blanca (carte blanche). Él pone en Su mano un cheque firmado, y le permite que lo llene con la cantidad que quiera.

¿Acaso el texto quiere decir lo que dice? Yo nunca he sabido que mi Señor diga algo que no quiso decir. Yo estoy seguro que algunas veces Él puede decir más de lo que nosotros entendemos, pero nunca quiere decir menos. Fíjense bien, Él no dice a todos los hombres: "Yo les daré cualquier cosa que pidan." Oh, no, esa sería una amabilidad poco amable: pero Él habla a Sus discípulos, y dice: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho." Es a una cierta categoría de hombres que ya han recibido una gran gracia de Sus manos, es a ellos a quienes entrega este maravilloso poder de la oración.

Oh, mis queridos amigos, si yo puedo ambicionar sinceramente una cosa por sobre todas las demás, es ésta: que yo pudiera pedir al Señor lo que yo quisiera, y recibirlo. El hombre que prevalece en la oración es quien puede predicar exitosamente, pues puede prevalecer ante los hombres por Dios cuando ya ha prevalecido ante Dios por los hombres. Este es el hombre que puede enfrentar las dificultades del camino de la vida; pues, ¿qué lo puede desconcertar cuando puede llevarlo todo delante de Dios en oración? Un hombre así o una mujer así en una iglesia, valen más que diez mil de nosotros, que somos gente común. En ellos encontramos la grandeza de los cielos.

En medio de ellos se encuentran los hombres en quienes se cumple el propósito de Dios concerniente al hombre, a quien creó para que dominara sobre todas las obras de Sus manos. El sello de la soberanía está estampado en las frentes de estos hombres: ellos dan forma a la historia de las naciones, ellos guían la corriente de eventos a través de su poder en lo alto. Vemos que todas las cosas han sido sujetadas a Jesús por el propósito divino, y conforme nos elevamos a esa imagen, nosotros también somos vestidos con dominio, y somos hechos reyes y sacerdotes para Dios.

Contemplen a Elías, con las llaves de la lluvia balanceándose en su cinturón: ¡él puede cerrar o abrir las ventanas de los cielos! Hay hombres como él que viven en nuestra época. Aspiren a ser hombres y mujeres así, se los suplico, para que el texto se cumpla para ustedes. "Pedid todo lo que queréis, y os será hecho."

El texto parece implicar que, si alcanzamos este punto de privilegio, el don será a perpetuidad: "pedid," pedid siempre; nunca dejarán de pedir, pero pedirán exitosamente, pues "pedid todo lo que queréis, y os será hecho." Aquí encontramos el don de la oración continua. No es para la semana de oración, ni para la conferencia mensual, ni para unas pocas ocasiones especiales que ustedes prevalecerán en la oración; pero ustedes poseerán este poder con Dios en tanto que ustedes permanezcan en Cristo, y Sus palabras permanezcan en ustedes. Dios pondrá Su omnipotencia a la disposición de ustedes: Él presentará Su Deidad para cumplir los deseos que Su propio Espíritu ha obrado en ustedes.

Yo quisiera lograr que esta joya brille ante los ojos de todos los santos hasta que puedan exclamar: "¡oh, que pudiéramos tener eso!" Este poder de la oración es como la espada de Goliat: cada David puede decir sabiamente: "Ninguna como ella; dámela." El arma de la oración continua bate al enemigo, y, al mismo tiempo, enriquece a su poseedor con toda la riqueza de Dios. ¿Cómo podría faltarle algo a aquel a quien el Señor le ha dicho: "Pedid todo lo que queréis, y os será hecho."? Oh, vamos, busquemos esta bendición. Escuchen, y aprendan el camino. Síganme, mientras yo les señalo el camino utilizando la luz del texto. ¡Que el Señor nos guíe en él por Su Santo Espíritu!

II. El privilegio de una poderosa vida de oración: ¿CÓMO PUEDE OBTENERSE? La respuesta es, "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros." Aquí encontramos los dos pies con los cuales subimos al poder de Dios en la oración.

Amados hermanos, la primera línea nos dice que debemos permanecer en Cristo Jesús nuestro Señor. Se da por un hecho que ya estamos en Él. Espero que pueda darse por un hecho en tu caso, amado lector. Si es así, debes permanecer allí donde estás. Como creyentes debemos quedarnos tenazmente aferrados a Jesús, Enlazados vivamente a Jesús. Debemos permanecer en Él, confiando siempre en Él, y únicamente en Él, con la misma fe sencilla que nos unió a Él la primera vez.

Nunca debemos darle cabida en la confianza de nuestro corazón a ninguna otra cosa ni a ninguna otra persona como para que sea nuestra esperanza de salvación, sino descansar únicamente en Jesús, tal como lo recibimos la primera vez. Su Deidad, Su humanidad, Su vida, Su muerte, Su resurrección, Su gloria a la diestra del Padre, en una palabra, Él sólo debe ser toda la confianza de nuestro corazón. Esto es absolutamente esencial. Una fe temporal no salva: se requiere una fe que permanece.

Pero permanecer en el Señor Jesús no sólo quiere decir confiar en Él; incluye nuestra entrega a Él para recibir Su vida, y dejar que esa vida obre sus resultados en nosotros. Vivimos en Él, por Él, para Él, con Él, cuando permanecemos en Él. Sentimos que nuestra vida de separación ha desaparecido: porque "habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios." Nosotros no somos nada si nos alejamos de Jesús; entonces nos volveríamos ramas secas, aptas únicamente para ser arrojadas al fuego.

Nosotros no tenemos ninguna razón para existir excepto la que encontramos en Cristo; ¡y cuán maravillosa es esa razón! La vid necesita de la rama tan categóricamente como la rama necesita de la vid. Ninguna vid produjo fruto jamás en ninguna otra parte excepto en su ramas. Ciertamente produce todas las ramas, y a través de ellas produce el fruto; sin embargo, es a través de la rama que la vid despliega su fecundidad. De la misma manera los creyentes que permanecen en Él son necesarios para el cumplimiento del propósito del Señor. Es algo maravilloso cuando se expresa; ¡pero los santos son necesarios para su Salvador!

La iglesia es Su cuerpo; la plenitud de Él que lo llena todo en todo. Quiero que reconozcan esto, que puedan ver su bendita responsabilidad, su obligación práctica de dar fruto, para que el Señor Jesús pueda ser glorificado en ustedes. Permanezcan en Él. Nunca se aparten de su consagración a Su honor y gloria. Nunca sueñen con ser sus propios señores. No sean siervos de los hombres, sino que permanezcan en Cristo. Que Él sea el fin así como la fuente de su existencia. Oh, si llegan allí, y se detienen allí en comunión perpetua con su Señor, pronto se darán cuenta de un gozo, de un deleite, de un poder en la oración, tal como no los conocieron antes.

Hay momentos en los que estamos conscientes que estamos en Cristo, y sabemos de nuestra comunión con Él; Y ¡oh, cuánto gozo y paz bebemos de esta copa! Permanezcamos allí. "Permaneced en Mí," dice Jesús. No simplemente deben venir para luego irse, sino para permanecer. Que ese bendito hundimiento de ustedes en Su vida, el desgaste de todos sus poderes por Jesús, y la fe firme en la unión de ustedes con Él, permanezcan en ustedes para siempre. ¡Oh, que podamos alcanzar esto por el Espíritu Santo!

Como para ayudarnos a entender esto, nuestro Señor, lleno de gracia, nos ha dado una parábola encantadora. Analicemos este mensaje de la vid y sus pámpanos. Jesús dice: "Todo aquel que lleva fruto, lo limpiará." Pongan todo su interés en permanecer en Cristo cuando están siendo limpiados. "Oh," dice alguien, "yo pensé que yo era un cristiano; pero, ¡ay!, tengo más problemas que nunca: los hombres me ridiculizan, el diablo me tienta, y mis negocios van mal." Hermano, si vas a tener poder en la oración debes esforzarte por permanecer en Cristo cuando el afilado cuchillo te esté cortando todo.

Soporta la prueba, y nunca sueñes en renunciar a tu fe por causa de ella. Di: "He aquí, aunque él me matare, en él esperaré." El Señor les advirtió cuando vinieron por primera vez a la vid, que debían ser limpiados y podados minuciosamente; y si ahora están sintiendo el proceso de limpieza, no deben pensar que algo extraño les ha ocurrido. No se rebelen por algo que tengan que sufrir por causa de la mano amada de su Padre celestial, quien es el labrador de la viña. No, sino que se deben aferrar a Jesús todavía más.

Digan: "Corta, Señor, corta hasta dejarme en carne viva si quieres; pero yo me voy a aferrar a Ti. ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna." Si, deben aferrarse a Jesús cuando el cuchillo de podar esté en Su mano, y así "pedid todo lo que queréis, y os será hecho."

Tienen que esforzarse también para que, cuando la operación de limpieza esté terminada ustedes todavía se aferren a su Señor. Observen el tercer versículo: "Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros." Permanezcan después de la limpieza allí donde estaban antes de la limpieza. Cuando ustedes sean santificados, permanezcan allí donde estaban cuando fueron justificados al principio.

Cuando veas que la obra del Espíritu Santo se incrementa en ti, no permitas que el diablo te tiente para que te jactes de que ahora eres alguien, y que no necesitas venir a Jesús como un pobre pecador, y confiar únicamente en Su preciosa sangre para salvación. Permanece quieto en Jesús. Así como estuviste en Él cuando el cuchillo te cortó, mantente en Él ahora que las tiernas uvas comienzan a formarse.

No te digas a ti mismo, "¡qué rama tan fructífera soy yo! ¡Cuán grandemente adorno la vid! ¡Ahora estoy lleno de vigor!" No eres nada y no eres nadie. Solamente cuando permaneces en Cristo eres una pizca mejor que la madera de desecho que es quemada en el fuego. "¿Pero acaso no progresamos?" Sí, crecemos, pero es porque permanecemos: nunca nos alejamos ni una pulgada, permanecemos en Él; o, si no, somos arrojados y nos marchitamos. Toda nuestra esperanza descansa en Jesús, tanto en los mejores tiempos como en los peores. Jesús dijo: "Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros."

Permanezcan en Él en relación a toda la fecundidad de ustedes. "Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí." "Entonces aquí hay algo que yo debo hacer," exclama alguien. Ciertamente tienes que hacer algo, pero no aparte de Jesús. El pámpano tiene que llevar fruto; pero si el pámpano se imagina que va a producir un racimo, o tan siquiera una uva, por sí mismo, está completamente equivocado. El fruto del pámpano debe brotar del tronco.

El trabajo de ustedes para Cristo debe ser la obra de Cristo en ustedes, o de lo contrario no será bueno para nada. Les ruego que analicen esto. Su enseñanza en la escuela dominical, su predicación, o cualquier cosa que hagan, deben hacerla en Cristo Jesús. Ustedes no pueden ganar almas por medio de su talento natural, ni pueden salvar hombres mediante planes inventados por ustedes mismos. Tengan mucho cuidado de los esquemas caseros. Hagan por Jesús lo que Jesús les ordena que hagan. Recuerden que nuestro trabajo para Cristo, como lo llamamos, debe ser primero la obra de Cristo, si va a ser aceptado por Él. Permanezcan en Él para ser fructuosos.

Sí, permanezcan en Él en cuanto a su propia vida. No digan, "yo he sido ya un cristiano durante veinte o treinta años, y puedo valerme sin necesidad de la continua dependencia de Cristo." No, no podrías valerte sin Él aunque fueras tan viejo como Matulasén. Tu mismo ser como cristiano depende de que te aferres siempre, confíes siempre, dependas siempre; y esto Él te lo tiene que dar, pues todo nos viene de Él, y únicamente de Él.

Resumiendo todo esto, si tú quieres ese espléndido poder de la oración del que acabo de hablar, debes quedarte en una unión de amor, viva, duradera, consciente, práctica, y que permanece con el Señor Jesucristo; y si llegas a eso por la gracia divina, entonces pedirás lo que quieras y te será hecho.

Pero hay una segunda condición mencionada en el texto, y no deben olvidarla: "Y mis palabras permanecen en vosotros." Entonces, ¡cuán importantes son las palabras de Cristo! Él dijo en el versículo cuatro: "Permaneced en mí, y yo en vosotros," y ahora como algo paralelo a esto, dice: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros." Pero entonces, ¿acaso las palabras de Cristo y la persona de Cristo son idénticas? Sí, prácticamente así es. Algunos hablan acerca de Cristo como el Señor, pero en cuanto a la doctrina, a ellos no les importa lo que Su palabra declara. En tanto que sus corazones están bien en cuanto a Su persona, ellos reclaman libertad de pensamiento.

Ay, pero esto es un mero subterfugio. No podemos separar a Cristo de la Palabra; pues, en primer lugar, Él es la Palabra; y, en segundo lugar, ¿cómo nos atrevemos a llamarle Señor y Dios y no hacemos las cosas que Él dice, y rechazamos la verdad que Él enseña? Debemos obedecer Sus preceptos pues de lo contrario Él no nos aceptará como Sus discípulos. Especialmente ese precepto de amor que es la esencia de todas Sus palabras. Debemos amar a Dios y a nuestros hermanos; sí, debemos abrigar amor para todos los hombres, y debemos buscar su bien.

La ira y la malicia deben estar muy lejos de nosotros. Debemos caminar de la misma manera que Él caminó. Si las palabras de Cristo no permanecen en ti, de igual manera en la fe como en la práctica, tú no estás en Cristo. Cristo y Su Evangelio y Sus mandamientos son uno. Si tú no tienes a Cristo ni a Sus palabras, tampoco Él te tendrá a ti ni a tus palabras; sino que tú pedirás en vano, y muy pronto dejarás de pedir, y te convertirás en una rama marchita. Amados hermanos, yo estoy persuadido de mejores cosas para ustedes, de cosas que acompañan la salvación, aunque tenga que hablar de esta manera.

¡Oh, que la gracia fluyera a través de estas puertas dobles, estas puertas de oro! "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros." Empujen ambas hojas de la puerta y entren en este amplio salón: "pedid todo lo que queréis, y os será hecho."

III. Mi último trabajo es tratar de demostrar POR QUÉ ESTE PRIVILEGIO SE DEBE OBTENER DE ESTA MANERA. Este extraordinario poder de la oración, ¿por qué es dado a quienes permanecen en Cristo? ¡Que lo que tengo que decir les anime a realizar el glorioso intento de ganar esta perla de gran precio! ¿Por qué es que, permaneciendo nosotros en Cristo y Sus palabras en nosotros, alcanzamos esta libertad y prevalecemos en la oración?

Yo respondo, primero, a causa de la plenitud de Cristo. Pueden muy bien pedir lo que quieran cuando permanecen en Cristo, porque cualquier cosa que ustedes requieran ya está alojada en Él. El buen obispo Hall desarrolló su pensamiento en un famoso pasaje. Les comentaré lo esencial de ese pasaje.

¿Desean la gracia del Espíritu? Vayan a la unción de su Señor. ¿Buscan la santidad? Sigan Su ejemplo. ¿Desean el perdón del pecado? Miren Su sangre. ¿Necesitan mortificar al pecado? Miren Su crucifixión. ¿Necesitan ser enterrados en relación al mundo? Vayan a Su tumba. ¿Quieren sentir la plenitud de una vida celestial? Contemplen Su resurrección. ¿Quieren elevarse por encima del mundo? Reflexionen en Su ascensión. ¿Quieren contemplar cosas celestiales? Recuerden que está sentado a la diestra de Dios, y sepan que "juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales."

Yo veo de manera muy clara por qué la rama obtiene todo lo que necesita mientras permanece en el tronco, pues todo lo que necesita se encuentra anticipadamente en el tronco, y está colocado allí para dárselo a la rama. ¿Qué cosa adicional a lo que el tronco puede suministrarle necesita el pámpano? Si necesitara más no podría obtenerlo; pues no tiene otros medios de vida excepto sorber su vida del tronco. Oh, mi precioso Señor, si yo necesito algo que no está en Ti, deseo entonces estar siempre sin eso. Yo deseo que se me niegue cualquier deseo que se desvíe de Ti. Pero si el cumplimiento de mi deseo ya está en Ti para mí, ¿por qué habría de ir a otra parte? Tú eres mi todo; ¿dónde más debería buscar?

Amados hermanos, "Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud," y el buen agrado del Padre es también nuestro buen agrado: nos alegra obtenerlo todo de Jesús. Estamos seguros que no importa lo que pidamos, lo obtendremos, puesto que Él lo tiene listo para nosotros.

La siguiente razón para esto es, la riqueza de la Palabra de Dios. Absorban este pensamiento, "Si mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho." El mejor hombre de oración es aquél que más cree y está más familiarizado con las promesas de Dios. Después de todo, la oración no es otra cosa que llevar las promesas de Dios a Él mismo, y decirle: "Haz así como has dicho." La oración es la promesa utilizada. Una oración que no esté basada en una promesa no tiene un cimiento verdadero.

Si yo voy al banco y no llevo ningún cheque, no puedo esperar conseguir algún dinero; es la "orden de pago" la que constituye mi poder dentro del banco, y mi garantía por la que espero recibirlo. Ustedes que tienen las palabras de Cristo permaneciendo en ustedes, están equipados con aquellas cosas que el Señor considera con atención. Si la Palabra de Dios permanece en ti, entonces tú eres el hombre que puede orar, porque te diriges al grandioso Dios con Sus propias palabras, y así vences a la omnipotencia con omnipotencia. Pon tu dedo exactamente sobre las líneas que dicen, "Haz así como has dicho." Esta es la mejor oración de todo el mundo.

Oh, amados hermanos, sean llenos de la Palabra de Dios. Estudien lo que ha dicho Jesús, lo que el Espíritu Santo ha dejado registrado en este Libro inspirado divinamente, y en proporción a la medida en que se alimenten de la Palabra, y sean llenos de la Palabra, y retengan la Palabra en fe, y obedezcan la Palabra en sus vidas, en esa proporción serán diestros en el arte de la oración. Tú habrás adquirido habilidad como luchador con el ángel del pacto en la medida en que puedas argumentar las promesas de tu fiel Dios. Instrúyete bien en las doctrinas de la gracia, y deja que la palabra de Cristo permanezca en ti ricamente, para que sepas cómo prevalecer ante el trono de la gracia. Permanecer en Cristo y que Sus palabras permanezcan en ti, puede compararse a la mano derecha y a la mano izquierda de Moisés, que fueron sostenidas en alto en oración, de tal manera que Amalec fue deshecho, Israel fue liberado, y Dios fue glorificado.

Vayamos un poco más adelante: ustedes todavía podrían decir que no ven muy claro por qué a un hombre que permanece en Cristo, y en quien permanecen las palabras de Cristo, se le pueda permitir que pida lo que quiera, y le será hecho. Te responde de nuevo: es así, porque en un hombre de ese tipo hay una predominancia de gracia que origina en él una voluntad renovada, que es conforme a la voluntad de Dios. Supongan que un hombre de Dios está en oración, y piensa que tal y tal cosa es deseable, pero sin embargo recuerda que él no es nada sino solamente un bebé en la presencia de su sabio Padre, y así somete su voluntad y pide como favor ser enseñado en cuanto a qué pedir.

Aunque Dios le ordena que pida lo que quiera, él se encoge y clama, "Mi Señor, aquí tengo una petición de la cual no estoy muy claro. En la medida de mi juicio es una cosa deseable, y la quiero; pero Señor, no estoy capacitado para juzgar por mí mismo, y por tanto te ruego, no sea conforme mi voluntad, sino la tuya." ¿No ven que, cuando estamos en una condición así como esta, nuestra voluntad real es la voluntad de Dios? En lo profundo de nuestros corazones, queremos únicamente eso que el propio Señor quiere; y ¿qué es esto sino pedir lo que queremos, y nos es hecho?

Para Dios es seguro decir al alma santificada, "pide todo lo que quieras, y te será hecho." Los instintos celestiales de ese hombre lo guían correctamente; la gracia que está en su alma derriba todas las sórdidas concupiscencias y los deseos impuros, y su voluntad es la sombra real de la voluntad de Dios. La vida espiritual domina en él, de tal forma que sus aspiraciones son santas, celestiales, a semejanza de Dios. Él ha sido hecho partícipe de la naturaleza divina; y así como un hijo es semejante a su padre, así ahora en deseo y voluntad él es uno con Dios. Como el eco responde a la voz, así el corazón regenerado hace eco a la mente del Señor. Nuestro deseos son rayos que reflejan la voluntad divina: pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

Ustedes pueden ver claramente que el Dios santo no puede tomar a un hombre común de la calle y decirle: "Yo te voy a dar lo que quieras." ¿Qué pediría ese hombre? Pediría una buena copa de licor, o permiso para disfrutar sus deseos perversos. Sería muy inseguro confiar a la mayoría de los hombres este permiso. Pero cuando el Señor ha tomado a un hombre y lo ha hecho nuevo, y lo ha revivido a una novedad de vida, y lo ha formado en la imagen de Su amado Hijo, ¡entonces puede confiar en ese hombre!

Miren, el Padre grandioso nos trata en nuestra medida como trata a Su Unigénito. Jesús pudo decir: "Yo sabía que siempre me oyes"; y el Señor nos está educando para que tengamos esa misma seguridad. Podemos afirmar con alguien que decía hace mucho tiempo, "el Dios mío me oirá." ¿Acaso no se les hace agua la boca por este privilegio de una oración que prevalece? ¿Acaso no anhelan sus corazones alcanzar esto? Es mediante la santidad, es mediante la unión con Cristo, es por medio de permanecer de forma continua en Él y de aferrarse de manera obediente a Su verdad, que van a alcanzar este privilegio. Miren el único camino seguro y verdadero. Cuando se ha caminado ese camino una vez, es una vía segura y eficaz para ganar un poder sustancial en la oración.

Me falta mucho todavía para terminar. Un hombre tendrá éxito en la oración cuando su fe sea poderosa; y este es el caso de los que permanecen en Jesús. La fe es la que prevalece en la oración. La elocuencia real en la oración es un deseo que cree. "Al que cree todo le es posible." Un hombre que permanece en Cristo y las palabras de Cristo permanecen en él, es eminentemente un creyente, y por consiguiente es eminentemente exitoso en la oración. Ciertamente tiene una fe poderosa, pues su fe lo ha llevado a un contacto vital con Cristo, y por lo tanto está junto a la fuente de toda bendición, y puede beber de ese pozo hasta la saciedad.

Además, un hombre así posee al Espíritu de Dios habitando en él. Si permanecemos en Cristo, y Sus palabras permanecen en nosotros, entonces el Espíritu Santo ha llegado y ha establecido residencia en nosotros; ¿y qué mejor ayuda en la oración podríamos tener? ¿No es algo maravilloso que el propio Espíritu Santo interceda por los santos de conformidad a la voluntad de Dios? Él "mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles." ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios y Él obra en nosotros el querer lo que Dios quiere, de tal forma que la oración de un creyente es el propósito de Dios reflejado en el alma como en un espejo.

Los eternos decretos de Dios proyectan sus sombras sobre los corazones de los hombres piadosos en forma de oración. Lo que Dios intenta hacer se lo dice a Sus siervos cuando los inclina a pedirles que hagan lo que Él mismo ha resuelto hacer. Dios dice, "Yo haré esto"; pero luego añade, "Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto." ¡Cuán claro es que si permanecemos en Cristo, y Sus palabras permanecen en nosotros, podemos pedir lo que queramos! Pues sólo pediremos lo que el Espíritu de Dios nos mueva a pedir; y sería imposible que Dios el Espíritu Santo y Dios el Padre tuvieran propósitos contradictorios entre sí. Lo que uno impulsa a pedir, el otro con toda seguridad ha decidido otorgar.

Se me acaba de ocurrir un pensamiento al que debo regresar por un instante. Amados hermanos, ¿no saben ustedes que cuando permanecemos en Cristo, y Sus palabras permanecen en nosotros, el Padre nos mira con la misma mirada con que ve a Su amado Hijo? Cristo es la vid, y la vid incluye las ramas. Los pámpanos son una parte de la vid. Dios, por lo tanto, nos mira como parte de Cristo, miembros de Su cuerpo, de Su carne, y de Sus huesos. El amor del Padre por Jesús es tal que no le niega nada. Él fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz; por eso lo ama el Padre, como Dios-hombre Mediador, y Él le dará todo lo que le pida. ¿Y es verdaderamente así, que cuando tú y yo permanecemos en una unión real con Cristo, el Señor Dios nos mira de la misma manera que ve a Jesús, y nos dice: "No les negaré nada; pedid todo lo que queréis, y os será hecho"? Así entiendo yo el texto.

Les llamo la atención al hecho que en ese mismo capítulo quince, en versículo nueve, que leímos el día de hoy, dice así: "Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado." El mismo amor que Dios siente por Su Hijo, el Hijo siente por nosotros; y por lo tanto habitamos en el amor del Padre y del Hijo. ¿Cómo pueden ser rechazadas nuestras oraciones? ¿Acaso el amor infinito no tendrá respeto por nuestras peticiones?

Oh, amado hermano en Cristo, si tus oraciones no son recibidas en el trono, debes sospechar que hay algún pecado que lo está impidiendo: el amor de tu Padre considera necesario disciplinarte de esta manera. Si no permaneces en Cristo, ¿cómo puedes esperar orar exitosamente? Si escoges Sus palabras, y tienes dudas de esto, y de lo otro, ¿cómo puedes esperar tener aceptación ante el trono? Si eres intencionalmente desobediente a cualquiera de Sus palabras, ¿no será esto la causa de que fracases en la oración? Pero si permaneces en Cristo, y te aferras con firmeza a Sus palabras, y eres plenamente Su discípulo, entonces Él te escuchará.

Si estás sentado a los pies de Jesús, escuchando Sus palabras, puedes levantar tus ojos a Su amado rostro, y decir: "Mi Señor, escúchame ahora"; y Él te responderá lleno de gracia: Él te dirá: "En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. Pídeme lo que quieras, y te será hecho." ¡Oh, que recibiéramos poder del propiciatorio!

Amados amigos, no lean este sermón para luego olvidarse de él. Traten verdaderamente de alcanzar este lugar de influencia ilimitada. ¡Qué iglesia tendríamos si todos ustedes fueran poderosos en oración! Amados hijos de Dios ¿quieren estar muertos de hambre? Amados hermanos, ¿desean ser hijos pobres, babeantes, débiles, que nunca madurarán para convertirse en hombres? Se los suplico, aspiren a ser fuertes en el Señor, y a gozar de este elevadísimo privilegio. ¡Qué ejército conformarían ustedes, si todos tuvieran este poder con Dios en la oración! ¡Hijos de Dios, este poder está a su alcance! Solamente permanezcan en Cristo, y dejen que Sus palabras permanezcan en ustedes, y entonces este privilegio especial será de ustedes. Estas no son tareas fastidiosas, sino que en sí mismas son un gozo. Vayan tras ellas con todo su corazón, y luego recibirán esto por añadidura, que pedirán lo que quieran y les será hecho.

Desafortunadamente, para una porción de esta congregación mi texto no les dice nada; pues algunos de ustedes ni siquiera están en Cristo, y por tanto no pueden permanecer en Él. Oh, señores, ¿qué podré decirles? Me parece que se están perdiendo del verdadero cielo desde ahora mismo. Si no existiera el infierno después de esta vida, es suficiente infierno no conocer a Cristo ahora, no saber lo que es prevalecer con Dios en la oración, no conocer el privilegio selecto de permanecer en Él, y que Sus palabras permanezcan en ustedes.

La prioridad para ustedes es que crean en Jesucristo para salvación de sus almas, entregando sus almas para que sean lavadas por Él, y sus vidas para que sean gobernadas por Él. Dios lo ha enviado a Él como un Salvador, acéptenlo. Recíbanlo como su Maestro; sométanse a Él como su Señor. Que Su Espíritu lleno de gracia venga y haga esta obra en ustedes ahora; después de esto, pero no antes, pueden aspirar a este honor. Antes que nada, "Tienen que nacer de nuevo." Yo no puedo decirles ahora, en la condición en que se encuentran: "Crezcan," pues sólo crecerán para ser mayores pecadores.

No importa cuánto se desarrollen, sólo desarrollarán lo que hay dentro de ustedes: y esto quiere decir que el heredero de la ira se convertirá más y más en un hijo del mal. Deben ser hechos nuevos en Cristo: debe haber un cambio absoluto, una reversión de todas las corrientes de la naturaleza, tienen que ser hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús; y luego pueden aspirar a permanecer en Cristo, y dejar que Sus palabras permanezcan en ustedes, y la consecuente gracia de prevalecer con Dios en oración será de ustedes.

Señor misericordioso, ayúdanos esta mañana. Somos unas pobres criaturas, sólo podemos quedarnos a tus pies. ¡Ven Tú, elévanos a Ti, por Tu misericordia! Amén.

Autor: Charles Haddon Spurgeon
Sermón predicado el Domingo 8 de Enero de 1888,
En el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres.

João Cruzué
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